sábado, 22 de diciembre de 2012

Educación sin Elba Esther Gordillo

La reforma al artículo tercero de la Constitución es producto de un pacto político de enorme importancia para nuestro futuro. Supone el primer paso significativo en una agenda de reformas que impactarán positivamente a las instituciones. Su contenido tiene principalmente dos ámbitos: el técnico, que supone un enorme avance para enfocar hacia los resultados el esfuerzo de la educación, mediante un sistema de evaluación eficiente que permita conocer el desempeño de los alumnos de una forma más objetiva, enderezar el esfuerzo docente y planear de mejor forma las metas. En este aspecto hay prácticamente acuerdo de todos; pero en el ámbito político, que se refiere a las consecuencias de la evaluación y sobre todo a la necesaria reestructura del sistema educativo es evidente que Elba Esther Gordillo disiente en muchos aspectos que pueden minar el poder del sindicato de maestros. La animadversión social contra el poder acumulado a lo largo de lustros por la dirigente sindical es evidente. Hay pocos actores políticos con tanta carga negativa. Restarle este poder es y será una acción con respaldo político y social. El primer paso ha sido dado rápida y contundentemente con la eliminación de prerrogativas de facto en el gobierno federal y mediante la reforma educativa. Se ha marcado el principio de autoridad y al mismo tiempo, parece que la comunicación entre ella y las nuevas autoridades se mantiene en un riel más o menos acordado. Ha sido sorprendente la rapidez y eficacia de las acciones que han dejado como única salida pública el apoyo parcial a la reforma y una suave amenaza de protestas. Por el bien del país parece que se ha decidido terminar con la era del dominio personal de Elba Esther Gordillo en el sector educativo, mediante acuerdos políticos que eviten la turbulencia. Y a juzgar por lo que se ve hasta ahora, el oficio político de la nueva administración federal avanza en ese sentido. El País necesita mejorar la forma como se preparan nuestros niños y jóvenes, para ello hay que invertir más y de mucha mejor forma los recursos. Si queremos realmente dar un salto hacia el desarrollo debemos colocar como prioridad el trabajo con las nuevas generaciones, y en esa labor debemos estar todos. Los maestros deben ser facilitadores de una apertura tal que permita mejorar las condiciones técnicas y materiales del proceso educativo en el corto plazo. Esperemos que parte de los acuerdos que se tomen incluyan la necesidad de evitar paros de labores y pérdidas de días lectivos, y que en el proceso de diseño de contenidos y evaluación se incluya a todos aquellos que quieren noblemente contribuir a que México sea una potencia por la calidad humana y la preparación de su gente. La reforma constitucional significa el inicio de un proceso que debemos cuidar todos para contar con una política educativa de estado que no propicie cotos de poder que distorsionan la esencia más noble del quehacer educativo: el enfoque en las personas.

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