sábado, 7 de julio de 2012

El reto de Peña Nieto

Las condiciones están dadas para que Enrique Peña Nieto sea un presidente eficiente en el desempeño económico y fuerte en el político. Ha expresado su voluntad de impulsar las reformas en materia laboral, fiscal, educativa y energética que pueden detonar un mayor crecimiento económico. A pesar de que no ha logrado la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, cuenta con los mecanismos políticos para lograr acuerdos con el Partido Acción Nacional que le permitirían reformar la Constitución. Eso explica, quizás, la reacción agitadora de la izquierda. Incluso se desliza la idea de que en la primera semana se septiembre, una vez instalada la nueva legislatura, y aun bajo la presidencia de Felipe Calderón se inicie la discusión de las reformas, laboral y fiscal, dejando para el año próximo las más complejas por sus implicaciones políticas que son las energética y la educativa. Los economistas calculan que México puede crecer en 2013 a una tasa de 6% si las reformas son aprobadas en este mismo año y las condiciones de la economía de Estados Unidos no se deteriora. Lo que significaría un inicio de gobierno que podría implementar acciones que impacten positivamente a la microeconomía. Gobierno eficiente ha sido el concepto propuesto esencial en este sentido en la campaña que puede traducirse en un impulso tecnocrático en el manejo económico que tiene muchas probabilidades de tener éxito desde el inicio. Por otra parte el resultado electoral le permitirá a Peña Nieto emprender una nueva relación con la fuerza de los gobernadores para retomar control de la fuerza del estado sobre el imperio del crimen asentado en muchos municipios y regiones de México. Esa será una labor que requiere una sólida inteligencia institucional, seguramente ayudada desde los Estados Unidos, y un enfoque hacia la eficiencia que hacia la publicidad. La restructuración del modelo de policía, el regreso gradual de los militares a las tareas que la Constitución les encomienda y la fuerza en acciones selectivas probablemente marcarán los primeros meses de la nueva administración. La fuerza política con la que llega el nuevo Presidente también le permite iniciar un proceso de transformación al interior de su partido, para facilitar las reformas, pero al mismo tiempo para terminar en algunos casos, y menguar en otros el poder real de factores internos o afines al PRI. Peña Nieto marcará un nuevo estilo de liderazgo con su partido, en el que muchas cosas habrán de cambiar. La prueba inicial estará marcada por los acuerdos con los líderes del Congreso, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, así como con los gobernadores emanados del PRI. Finalmente un factor clave será la relación con Estados Unidos en la que ya perfiló esta semana su enfoque menos policíaco y más político. Las condiciones están dadas para un gobierno eficiente en lo económico y fuerte en lo político, para conseguirlo necesita acuerdos para instaurar reformas profundas, fuerza para recuperar territorios al crimen, habilidad para dominar a su partido y diplomacia para profundizar la alianza con Estados Unidos.