sábado, 18 de junio de 2011

adiós a la PGR

Adiós a la PGR
Luis Salomón
México vive una crisis el servicio público de justicia. Los ciudadanos estamos indignados e indefensos ante la ineficiencia de las instituciones relacionadas: desde las policías, las procuradurías, los juzgados y las cárceles. Las reformas planteadas parecen tardías e insuficientes. El caso de la PGR es quizá el más referido recientemente por los escándalos que conocimos por medio de la prensa. Es una institución que debe reinventarse para que sea capaz de hacer renacer la confianza. Y esta refundación no es cuestión de forma sino de fondo: los fiscales son representantes de la sociedad que acusan a los responsables de haber cometido delitos. Son nuestra voz, la de todos los ciudadanos en los procesos criminales. De hecho, deben defender interés de la sociedad por encima de cualquier otro. Si los funcionarios encargados de tan alta y delicada labor dependen del Presidente de la República resulta claro que puede usar esta relación de jerarquía para atestar golpes políticos. Eso es lo que sucedió con el caso de La Quina, el de las osamentas Chapa Bezanilla, la investigación de la muerte de Colosio, el desafuero de López Obrador, las acusaciones a los funcionarios de Michoacán, y muchos otros asuntos vergonzosos, que ahora recordamos por el caso de Hank Rohn. La acusación penal debe salir del ámbito del ejecutivo para que cuente con autonomía funcional que evite el uso de esta fuerza para fines antidemocráticos. Hacerlo depender del Poder Judicial como sucede en Colombia y España o dotarlo de autonomía como en Chile y Perú, es la solución de fondo. La PGR es una mala imitación del Departamento de Justicia Norteamericano que ha caído en torceduras que la hacen ineficiente. Las condiciones de México exigen, que, además de una autonomía, la fiscalía naciente sea dotada de estructuras profesionales de alta calidad y de mecanismos de confianza probada. El estado de derecho que queremos los mexicanos supone que las autoridades no usen la fuerza para establecer controles políticos o inducir efectos electorales, con el pretexto de mantener la seguridad interna. Dicho de otra forma: la seguridad interna no puede estar sujeta a cuestiones político electorales.
Para sacar provecho positivo del caso Hank las autoridades deben plantear una profunda reforma que termine con la PGR como la conocemos y funden una institución sólida, independiente y profesional, que suponga un salto cualitativo en el servicio público de justicia mexicano. Hay algunas iniciativas y propuestas en este sentido en las Cámaras. Ese es un tema vital que debe estar en el debate nacional, más allá de las cuestiones cosméticas que tanto seducen a los legisladores.
Necesitamos una Fiscalía Mexicana en la que se alisten los mejores profesionales que sea respetada y hasta temida por las propias autoridades y los funcionarios. Su solidez permitiría investigar a fondo los casos de corrupción y las desviaciones dejando de lado las luchas partidistas. Es un paso para tener una política de estado en la justicia, más allá de los vaivenes políticos.

sábado, 11 de junio de 2011

El Juego de Felipe Calderón

En la historia reciente ningún presidente ha tenido un panorama electoral tan adverso como el de Felipe Calderón. Aunque en materia económica la situación del país es estable, los problemas de gobernabilidad e inseguridad se agudizan. Los zonas en franco conflicto crecen; ya no se tata solamente de Ciudad Juárez o Tijuana, o de los Estados de Tamaulipas y Chihuahua como sucedía hace tres años. Hoy el problema se ha extendido a prácticamente todas las entidades federadas. Los delitos se multiplican, hace días se reportó un crecimiento de 60% en los secuestros en tres años, cada vez hay más carreteras con riesgos por asaltos y los asesinatos crecen en las ciudades y las zonas rurales. Los ciudadanos estamos indignados ante la violencia, sorprendidos de la ineficacia de las autoridades. Como resultado de esta situación los índices de aprobación de la gestión presidencial descienden, la popularidad de los líderes del partido en el gobierno no crece y le presenta al Presidente un verdadero desafío político. La respuesta ante la situación adversa ha sido centrar el esfuerzo en las cuestiones electorales para revertir una tendencia que favorece a la oposición y que de seguir así haría perder la presidencia al Partido Acción Nacional. Por eso, para Calderón lo primero es consolidar a su candidato. Ahí la operación ha sido tortuosa, Ernesto Cordero y Alonso Lujambio parecen ser los hombres del Presidente, y Josefina Vázquez y Santiago Creel los panistas que van a contrasentido del gusto de Calderón. Ahora lo primero es el candidato, que debe estar posicionado para diciembre. Pero dado que Enrique Peña tiene una ventaja tan amplia, es necesario golpear tanto la marca como su imagen personal. Así que seguramente veremos un amplio repertorio de golpes bajos y guerra sucia en los meses siguientes. Los temas judiciales han llegado a la escena y también jugarán un papel importante, el caso de Hank es sólo el principio. Además una política económica que permita estabilidad y crecimiento en 2012 es parte de las decisiones estratégicas. Teóricamente la fórmula parece adecuada, sin embrago la realidad muestra enormes riesgos. Por una parte dentro del partido en el gobierno la imagen de Calderón se debilita cada día, no hay ni unidad ni disciplina suficiente para garantizar una reacción monolítica. La presidencia tiene abierta una guerra que cobra la vida de decenas de miles de mexicanos, disputas con una buena parte de la industria de las telecomunicaciones, un enfrentamiento directo con los partidos de oposición, un diálogo inconsistente con los factores económicos y lo más importante: la perdida de poder real que se acentuará en el último año de gobierno. La adversidad ha empujado al Presidente a apostar por una estrategia de acción decidida que cambie radicalmente las tendencias electorales, usando todas las armas posibles. El sabe que será muy difícil triunfar. Por eso la verdadera clave del juego es saber cual es el plan B de Felipe Calderón, es decir como ganar perdiendo.

sábado, 4 de junio de 2011

El destino de México

Emergente
Luis Salomón
Las naciones que construyen su transformación en sociedades de bienestar son calificadas como emergentes. Se han convertido en los mercados que hacen crecer a las naciones que proveen la tecnología y los servicios especializados. Son las naciones emergentes los principales compradores de las naciones con mayor bienestar. El protagonismo de estas sociedades es cada vez mayor dada la importancia que adquieren como generadores de demanda y de riqueza, al grado que muchos consideran a estas naciones como las protagonistas del futuro.
Las naciones más nombradas de este grupo son China e India, seguidas de Rusia, Sudáfrica y Brasil. México es también una nación emergente, pero es colocada directamente en el ámbito directo de la influencia de los Estados Unidos y por ello recibe un tratamiento distinto. Si la evaluación fuera simplemente cuantitativa es claro que China sería el eje del mundo y que las naciones emergentes serían quienes condujeran al mundo. Pero la realidad es otra: Los Estados Unidos es y será por muchos años la mayor potencia militar del mundo, lo que supone que esta fuerza le da en los hechos, la facultad de controlar los mares y el espacio, que son el ámbito del comercio global. Ninguna nación emergente está en condiciones en las próximas décadas de disputar esta hegemonía, ni tampoco podrá discutir el liderazgo tecnológico. Dicho de otra forma las reglas del comercio, de las finanzas y de la economía seguirán siendo dictadas desde la costa este de los Estados Unidos. Aun Europa y Japón carecen de la capacidad militar para poner en riesgo este hecho. Viven en realidad articuladas a un sistema global regulado por normas establecidas por el utilitarismo eficientista surgido en el mundo del Atlántico del Norte.
Las naciones emergentes son ahora las fábricas manufactureras del mundo y los consumidores de productos, servicios y tecnología que permiten el crecimiento de la economía global. Nuestro país es parte de este proceso: adquirimos más de 200 mil millones de dólares de mercancías a los Estados Unidos y les proveemos de una cantidad similar en productos exportados. Pero tenemos condiciones muy ventajosas respecto a otras naciones emergentes: en primer lugar somos vecinos y conocemos, interactuamos íntimamente con la sociedad estadounidense. Como ninguna otra nación en el mundo. Con mas de 20 millones de mexicanos en aquella nación, con 117 millones aquí, somos el segundo socio comercial del país hegemónico y ahora nos estamos convirtiendo en un consumidor de implementos y tecnología militar. De país emergente estamos caminado hacia un aliado estratégico en la economía, la geopolítica y el ámbito militar. La dependencia es tan clara que no podemos sustraernos y por ello debemos aprovecharla. Con esta visión práctica debemos encarar la relación con nuestros vecinos. Hay que poner la casa en orden para negociar en condiciones que permitan traer recursos y bienestar. Poner la casa en orden significa ser un estado de derecho con enfoque social que genere el consumo de amplias clases medias. Ese es el reto de quienes dirigen este País.