domingo, 19 de marzo de 2017

Migración

Migración Emigrar es un derecho fundamental consagrado en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En la historia sólo las dictaduras lo limitan. El derecho de irse de un país supone el ejercicio de una libertad personal, sin embrago el derecho de ser acogido en otra nación aun no es considerado como tal por las naciones que tradicionalmente son receptoras de migrantes. Sin embrago, existen razones humanitarias por la cuales las naciones han establecido mecanismos que generan el derecho potencial a ser acogido, como las persecuciones políticas y las guerras. El derecho internacional establece que en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país. El tema cobra un mayor relevancia en el mundo y representa un tema esencial para México. Lo es, no solamente por que más de 25 millones de mexicanos han emigrado, sino porque cada año cientos de miles de personas extranjeras solicitan asilo, o emigran de hecho a nuestro país. Este tema, que siempre se ha mantenido en una especie de segundo y discreto lugar en la agenda política nacional, debe convertirse en tema central en los próximos meses y años. Las presiones de nuestros vecinos para ejercer un mejor control de nuestra frontera, implica la necesidad de tomar medidas migratorias que deberán ser estudiadas con gran profundidad para evitar ser culpables en el Sur de lo mismo que acusamos en el Norte. La posición de México en este tema ha sido, es y debe ser, por el más elemental sentido común, como por convicción moral y política de la mayoría de los mexicanos, una posición abierta, solidaria y respetuosa de los derechos fundamentales de las personas. Por eso quizá como ninguna otra nación en el mundo, y ante la ignominia del muro, México está obligado a legislar y actuar como nación, de la manera más justa ante los migrantes que llegan a su territorio. Ya se ha establecido que se revisará la política de asilo, dado que más de cien mil personas lo han solicitado en menos de un año. La situación es especialmente delicada desde el punto de vista de la legalidad y la justicia porque estamos recibiendo a cientos de miles de mexicanos repatriados, y a cientos de miles de inmigrantes provenientes de otras naciones. Y al mismo tiempo que sigamos siendo emisores de migrantes. Aunque dese hace años la balanza de migración es negativa, es decir que salen menos mexicanos que los que regresan, eso no quita que los que sean son cientos de miles. Más allá de las declaraciones políticas, ha llegado la hora de actualizar nuestras normas para garantizar de mejor forma los derechos de las personas que migran. No podemos ignorar que más del 20 por ciento de los mexicanos son migrantes y que tenemos con nosotros a más de dos millones de personas en México que residen provenientes de otras naciones. Si bien es cierto que sólo México decide a quién recibe, también lo es que debe haber normas y reglas claras y justas para proteger a las personas. Más allá de las simples declaraciones políticas, ante la ofensa a la dignidad que representa el muro, la mejor forma de responder es con una nueva ley que garantice el derecho fundamental a emigrar y regule en México el derecho a inmigrar de las personas. La posición en defensa de la libertad y la dignidad es mucho más fuerte que cualquier presión coyuntural. Ante Angela Merkel el presidente Trump afirmó que la migración es un privilegio y no un derecho. Hagamos que la migración en México sea regulada de una forma mucho más clara y justa para dejar claro que ninguna pretensión de privilegios puede estar por encima de la dignidad de las personas. La migración sí es un derecho.