domingo, 15 de abril de 2012

México y Cuba

La relación diplomática con Cuba es estratégica para México. Ha sido así desde la instauración de la revolución en la isla en 1959. México fue el aliado de Fidel Castro durante décadas en el periodo de la guerra fría, lo que le permitió tener una influencia política de importancia en la región del Caribe. Con el paso de los años la relación pasó de ser solo política a tener un peso económico con la presencia de empresas mexicanas, hasta que los gobiernos emanados del Partido Acción Nacional le imprimieron un enfriamiento a la relación. Surgieron entonces episodios tan sonados como el “comes y te vas” de Vicente Fox y las grabaciones expuestas por Fidel Castro. Los prejuicios ideológicos y la falta de una política exterior visionaria condujeron a un deterioro que ha perjudicado a ambas partes. Ha sido un error geopolítico el enfriamiento de las relaciones con una nación que está en un proceso de transición de su régimen político con la que puede y debe haber muchas sinergias. Quizá como un reconocimiento a esta falla estratégica es que el Presidente Calderón ha realizado una visita de Estado que tuvo como propósito político buscar un acercamiento con dos grandes canales: la parte política que puede significar respaldo al proceso de cambio cubano, así como la recuperación del papel de México como interlocutor de los intereses de Cuba y la parte económica centrada en una propuesta para la explotación conjunta de los recursos petroleros del polígono oriental, una superficie en el Golfo de México en donde confluyen los derechos de México con Cuba y Estados Unidos. Esta gestión tiene una enorme importancia para ambos países porque puede significar un paso más hacia la internacionalización de Pemex. La exploración de yacimientos puede llevar a la confirmación de reservas probadas que fortalecerían a ambas naciones. Se trata de una movimiento económico de importancia en el que México también puede jugar el papel de facilitador en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. La explotación del petróleo de las aguas profundas del Golfo es un factor que nos une, es una convergencia de intereses. Será el próximo gobierno al que le corresponda impulsar las relaciones con Cuba a una nueva etapa de asociación estratégica. Los especialistas en relaciones internacionales de los candidatos a la Presidencia habrán tomado debida nota de un hecho que significa retomar la relación estratégica que nunca debió debilitarse con los isleños. El gobierno comienza a dar los pasos iniciales para fortalecer su papel en la región. Como en otras áreas en la política exterior, nunca es tarde para rectificar.