sábado, 17 de diciembre de 2011

Crimen que despierta disputas políticas

El hallazgo en el edificio de la FEG de los cadáveres de cuatro que estudiaban en la preparatoria número 8 de la UdeG y el padre de dos de ellos, ha reabierto viejas disputas políticas. La coyuntura propicia la pugna entre el gobierno y los dirigentes universitarios. Por una parte la FEG nació como una institución creada para difundir una ideología de izquierda entre los jóvenes y facilitar el control político de los estudiantes de la Universidad de Guadalajara. Heredera del Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente se erigió como un eje de difusión doctrinaria auspiciada por el gobierno. Fue un centro de acción política juvenil liberal que actuaba frente al activismo de los centros estudiantiles privados vinculados a la Iglesia Católica y los activistas de derecha. Su destino fue marcado por el liderazgo y control de parte de Carlos Ramírez Ladewig, su hermano Álvaro y luego por Raúl Padilla López. De sus filas surgieron políticos priístas y dirigentes de izquierda. Al diluirse la lucha ideológica que se vivió en la ciudad desde los años cuarenta y hasta fines de los ochenta del siglo pasado, la FEG perdió su razón de ser y con ella dejó de tener la protección oficial y los dirigentes universitarios auspiciaron la creación de una institución más neutra: la Federación de Estudiantes Universitarios. La FEG entonces se convirtió en una suerte de pequeña disidencia reducida a una mínima expresión en el estudiantado universitario, por lo que se su ámbito se concentró en estudiantes de educación secundaria. De ahí surgieron sus vínculos con la sección 47 de SNTE y con la Secretaría de Educación de Jalisco, desde donde se fomentó su funcionamiento con la visión de crear un equilibrio a la fuerza de los dirigentes de la U. de G. Durante décadas la FEG fue refugio de pistoleros que protegidos por personajes poderosos ejercían violencia, y vivían bajo un paraguas de impunidad. Nacieron entonces prácticas como el cobro de cuotas a pequeños comerciantes y otros actos delictivos. En contrapartida los adversarios acérrimos de los grupos de la FEG fueron los grupos de derecha como el Movimiento Universitario de Renovada Orientación (MURO) o los vinculados a la Universidad Autónoma de Guadalajara (TECOS) y la Acción Católica de la Juventud Mexicana ACJM. Con actividades que ellos explicaban como resistencia. Algunos de sus integrantes ahora detentan el poder político en Jalisco y ven en esta coyuntura la ocasión para atestar un golpe. Pero más allá de cuestiones políticas el crimen no debe que dar impune y debe dar pie para construir condiciones de seguridad para la comunidad universitaria, porque la amenaza ya no es la disputa ideológica, sino el crecimiento de la delincuencia organizada que propicia el consumo y tráfico de drogas entre los jóvenes. Más de oportunidad de venganzas añosas, debe ser ocasión de unir las voluntades de la autoridad política, la universidad y los ciudadanos para defender a nuestros jóvenes. Ese debe ser el homenaje mas duradero.

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