sábado, 2 de febrero de 2013

La explosión en PEMEX

Los hechos son lamentables: una gran explosión destruye miles de metros cuadrados del edificio b2 del centro corporativo de PEMEX, con un saldo de 33 personas fallecidas y 101 heridos. Las autoridades ordenan una investigación para aclarar la causa de la tragedia, analizando todas las hipótesis incluyendo la de un atentado. Se decreta luto nacional. El evento irrumpe en la opinión pública como un baño de agua fría, y al mismo tiempo pone a prueba la capacidad de reacción en crisis de la nueva administración federal. Es un desafío que involucra la seguridad nacional, atraviesa todas las líneas de acción política y reclama de absoluta credibilidad para evitar especulaciones infundadas. En situaciones como esta la información oportuna es la única forma de contrarrestar una ola de rumores, trascendidos y distorsiones nocivas. Hasta ahora las autoridades han informado de la situación en un esfuerzo para evitar vacíos que generen versiones que confundan. Las investigaciones habrán de generar datos que nos aclaren qué fue lo que pasó. Es deseable que se nos informe puntualmente de los avances en las próximas horas y que el caso vaya tomando un curso más institucional para escuchar las voces de los expertos en esta materia. La nueva administración federal ha sorteado, hasta ahora, el episodio crítico, pero la parte más difícil es la que está por venir, ya que de la solidez del contenido de la comunicación sobre el caso, dependerá en gran medida la credibilidad y el respaldo social acumulado al nuevo gobierno. Es mucho lo que se juega políticamente en este lamentable asunto, por eso la administración ha extendido la mano para que miembros del Poder Legislativo sean observadores de la investigación. También ha desplegado una actividad intensa en torno a la empresas que manejan información y con los periodistas y comunicadores para mantener la situación en el marco de lo previsible. Son dos los escenarios que seguramente se consideran: el de un accidente provocado por fallas mecánicas o humanas, que es el que deseamos, y el que nadie quiere escuchar que lo relacione con un atentado o ataque terrorista. En el primer caso las consecuencias se concentran en medidas correctivas y preventivas en el ámbito del gobierno. Implicará fincar responsabilidades en caso de que las hubiera, e informar a todos los actores sociales y políticos. En el caso de un ataque se trata de un desafío mayúsculo que requerirá de una actitud muy decidida para enfrentar a un enemigo. Supondría la necesidad de fortalecer los acuerdos de unidad política para evitar divisiones indeseables. Un atentado terrorista impactaría la estrategia de gobierno y supondría nuevos retos en la seguridad interior y en las relaciones exteriores. Todos esperamos sinceramente que se trate de un accidente trágico.

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