lunes, 19 de noviembre de 2012

La agenda de Peña Nieto con Obama

La relación bilateral México Estados Unidos es crucial para el inicio del nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto, por el peso que tiene en los temas estructurales: en los económicos, con un intercambio comercial de más de 400 mil millones de dólares; en el campo social con los más de 20 millones de compatriotas que viven en el país vecino; en la energía, con los yacimientos de hidrocarburos transfronterizos en mar y tierra, ante la perspectiva de la apertura a la inversión privada; en la seguridad ante los cambios anunciados en la estructura de las fuerzas policiales y el combate al narcotráfico; en el ámbito geopolítico ante la intención de México de retomar el papel de liderazgo en la región latinoamericana y finalmente el enorme avance profesional en nuestras fuerzas armadas que supone una revaloración de los esquemas de colaboración militar de beneficio común. La relación bilateral es transversal a la mayor parte de los ámbitos de las políticas públicas que instrumentará el nuevo gobierno, por eso es de importancia estratégica mantener una relación estrecha y de mutua confianza y colaboración. También resulta vital conocer la visión del Presidente Obama de cara a las negociaciones que eviten caer en el llamado precipicio fiscal en Estados Unidos, porque un tropiezo que produzca una ralentización de la economía de nuestros vecinos sería muy perjudicial para nosotros y obligaría a aplicar medidas contracíclicas urgentes. Pero sobre todo, esta visita a Washington lleva implícito el reto de imprimir un sello propio y generar confianza. También develará seguramente la formación de los equipos en materia de política exterior y tendrá efectos para el aliento o no de futuras inversiones en México. El Presidente electo manifestó hace apenas unos días que en su gobierno tendría primero aliados y luego amigos. Su principal aliado estratégico puede ser el gobierno vecino. Si consigue hacer un pacto de inicio habrá conseguido llegar anotándose un punto antes de la toma de posesión. Veremos el nuevo estilo de la diplomacia mexicana, se espera una actuación sobria y precisa del mandatario mexicano dejando de lado la búsqueda de la notoriedad frívola.

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