domingo, 24 de julio de 2016

Sembrar el odio

Sembrar el odio genera pasión y votos. También reacciones indeseadas. La convención republicana fue una oda a la radicalización del discurso político en la campaña presidencial de los Estados Unidos. Para los mexicanos fue la reiteración de una provocación a los ciudadanos norteamericanos para que asuman que México es una amenaza para la sociedad y la economía. Lo que es totalmente falso. Sin embargo el mensaje está dado y su proliferación ha sido exitosa entre la clase trabajadora de nuestros vecinos. En medio del odio racial contenido, las amenazas terroristas y los problemas geopolíticos, Trump elige a México para centrar una radicalización simplificada entre los buenos norteamericanos y nosotros. Las mentiras repetidas pueden asumirse como verdad por muchos. Las ofensas repetidas alientan el odio primario y van dejando una huella. México oficialmente no debe inmiscuirse en la política interna de los Estados Unidos. Lo ha dejado claro el mensaje de la visita del Presidente Peña a la casa blanca este viernes pasado. Pero también queda claro que los Estados Unidos y México no pueden dejar que se aliente un sentimiento antiamericano allá, ni una reacción antiestadounidense aquí. Los mexicanos en Estados Unidos están ahora mismo más involucrados en la política, como nunca antes. Los mexicanos estamos más atentos que nunca a la política de Estados Unidos. La alianza estratégica de ambas naciones implica beneficios compartidos mucho más allá de los temas comerciales. Supone una interdependencia económica y una relación social que no tiene paralelo en el mundo. Por eso no puede dejarse penetrar por los llamados al odio racial o la pequeñas y mezquinas venganzas, escondidas en estrategias de campaña. La posición de los gobiernos de México y Estados Unidos debe abonar a la concordia y dar espacio a la disputa electoral allá. Pero ya estuvo bueno de guardar silencio prudente. Ha llegado la hora de que los mexicanos hagamos valer nuestra voz, nuestra opinión individual. La de nuestras organizaciones civiles y la de las familias que tenemos ciudadanos de ambas nacionalidades. La fuerza de los latinos será vital para ganar la elección por eso no es casual que Clinton eligiera a Tim Kaine un hombre que habla y entiende español como su compañero de fórmula. Ni es casual que Obama invitara a Peña Nieto precisamente al terminar la convención republicana e hiciera clara alusión a su desacuerdo con las posiciones del candidato republicano. Ahora toca el turno de la convención demócrata a partir del lunes y ahí veremos si la respuesta latina es suficientemente fuerte o si las organizaciones mexicanas deben esforzarse más por hacerse oír. Dos presidentes están en la recta final Obama y Peña Nieto, uno a seis meses de entregar, el otro a 22 meses de la elección presidencial. Clinton y Trump a cuatro meses de una elección sin precedentes. Entre un desquiciado manipulador y la que esperemos sea la primer mujer Presidente de los Estados Unidos. En estos meses de campaña habrá que dejar claro lo que pensamos de las propuestas republicanas. Habrá que decir a nuestras familias, a nuestros amigos de aquí y de allá que México es mucho más fuerte y sólido como nación que las patrañas que quiere vender a sus compatriotas un candidato que no soporta que le contradigan. En México si se opina de Trump y mucho. Y seguramente eso se hará sentir. --

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