sábado, 8 de noviembre de 2014

Nunca Más

La sensación ante los vestigios de la maldad sobrecoge. El hombre a lo largo de la historia ha perpetrado crímenes horribles que desnaturalizan su condición de ser pensante, capaz de amar a los demás. El poder, el dinero, la guerra se han entrelazado en casos horribles que debemos ser capaces de entender para que nunca mas se repitan. Así sucedió con los crímenes que las guerras han producido desde la antigüedad hasta el exterminio que quedó evidente luego de la segunda guerra mundial. En México los excesos violentos han sido constantes desde los pueblos precolombinos, que practicaban, por otras razones, sacrificios para llegar a lo divino. En nuestras guerras también se vivieron capítulos de horror desde la independencia hasta la revolución. Llegada la paz luego de los movimientos armados de principios del siglo xx, la violencia fue poco a poco apaciguada en gran parte la nación. El Ogro Filantrópico del que hablaba Octavio Paz fue haciendo su labor para conducir a una Patria llena de contrastes apasionados. Ahora la historia de los crímenes cometidos en Iguala contra jóvenes inocentes se ha convertido en una manifestación vergonzosa de la degradación de la condición humana de personas y grupos criminales para los que no alcanzan las palabras de repudio. Los hechos que fueron narrados apenas hace unas horas llegan a ser tan impactantes que pueden ser calificados como un daño a la humanidad misma. Nos debe llenar de vergüenza que esto haya sucedido en México. El enorme dolor que produce debe ser un acicate para trabajar todos para fortalecer a las instituciones de forma tal que nunca más suceda un crimen así. Ante un hecho tan grave toca actuar con toda la seriedad para tomar las riendas de una situación que en algunas regiones se ha vuelto critica. Mal haríamos los mexicanos si nos volcamos en una demagogia vacía desde las autoridades, o si nos dedicamos solo a descalificarnos a nosotros mismos. Peor aun si convertimos este hecho en oportunismo político. La actuación con temple, responsabilidad y apertura corresponde a las instituciones que deben actuar para llevar a la justicia a los culpables del exterminio para que sean castigados de forma ejemplar. Como ciudadanos debemos respaldar el actuar del derecho para asegurarnos de que la fuerza del estado pueda impedir siempre que se repitan hechos como este. La pena que producen estos debe permanecer hasta que juntos seamos capaces de fortalecer nuestro sistema de seguridad interior dejando de lado los intereses de personas o de grupos. Hoy tenemos una tarea de estado que emprender. Las autoridades parecen estar conscientes de ello para generar acuerdos que permitan acelerar el paso en el fortalecimiento del estado de derecho. Las palabras que el Papa Francisco escribió luego de visitar el Museo del Holocausto pueden ser oportunas para reflejar el sentimiento ante crímenes como el de Iguala: “Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza de que el hombre se haya hecho dueño del mal. Con la vergüenza de que el hombre, creyéndose Dios, haya sacrificado, así, a sus hermanos. ‘¡Nunca más! ¡Nunca más!’”.

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