sábado, 15 de noviembre de 2014

Es el estado de derecho

La enorme inquietud que ha provocado en la sociedad mexicana las manifestaciones de violencia de las ultimas semanas ha puesto los reflectores sobre el desafío más importante que tiene la nación de cara a su pleno desarrollo. La justicia es una necesidad social propia de la vida civil organizada. No hay civilización sin justicia. Para conseguirla el único camino para conformar una sociedad justa es la ley. La idea de la barbarie ha estado presente desde la antigüedad griega, que consideró, en palabras del propio Ulises, que calificó a los hombres bárbaros como los sin ley. Así la primer cualidad del hombre civilizado es respetar las normas. A esta conducta apegada se le ha llamado legalidad. El respeto a la legalidad es precisamente la primer cualidad de la justicia, como el mismo Sócrates decide tomar la cicuta que le fue impuesta por una sentencia injusta, dice que es preferible sufrir la injusticia que romper con la legalidad, dando testimonio con su propia vida de la preeminencia que ha de tener el imperio de la ley. México ha tenido a lo largo de su historia el continuo reto de lograr imponer el estado de derecho sobre la injusticia y la ilegalidad. De hecho, la impunidad ha sido siempre un problema a resolver. Pero quizá nunca como ahora se ha hecho tan evidente la necesidad de contar con él. Somos nosotros. A esta generación le corresponde la enorme responsabilidad de hacer respetar la libertad y la dignidad de las personas con rigor tal que nos haga sentir seguridad y orgullo. Es probable que esta sea la mas importante razón de Estado. Es posible fortalecer la vigencia de la ley para generar justicia si nos ponemos de acuerdo en ello. Es necesario que así sea primero por dignidad de cada mexicano. Pero además porque la aldea global distingue claramente por que fallan las naciones y condena a aquellas que no son capaces de darse instituciones sólidas a la marginación. El mundo occidental que rige la globalización es un mundo que cumple normas como primer condición de entendimiento. Y la primera es reconocer el derecho a vivir dignamente a cada persona. En eso coinciden las visiones utilitaristas como las que tienen inspiración religiosa. Es un común denominador entre Jerusalem y Atenas. Entre Roma y Londres. Y ahora con fronteras mas lejanas se construyen normas de pretendida validez universal. Por eso México debe dar un paso al frente para enfocar su esfuerzo en reformar la sociedad para hacerla mas justa, mediante el fortalecimiento del imperio de la ley. Y no se trata de un problema de hacer normas sino de aplicarlas de forma eficiente. La cuestión está en la forma como se desempeñan las instituciones y la forma como las personas reaccionan ante ellas. Contra lo que muchos pueden pensar no se trata de un asunto de gobierno, es el tema central de la sociedad nacional y por eso nos involucra a todos. De nada sirven declaraciones, normas, acuerdos si no hay eficacia en la aplicación de la ley. Y para que esto suceda necesitamos con urgencia mejorar nuestras instituciones y enfocar la conducta de las personas en el respeto a la legalidad. Ha sido un error costoso el creer que los acuerdos políticos pueden estar por encima de las normas. Ha llegado la hora de invertir las prioridades y colocar a la justicia como el objetivo y a la legalidad como meta esencial. Y para ello será vital asumir que el rigor de la justicia no puede ser nunca materia de una negociación. Esa fue la lección de Sócrates que prefirió la muerte a romper con la ley de la ciudad que le condenó.

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