sábado, 5 de enero de 2013

Por qué México pugna por el libre comercio

México pasó de ser una economía cerrada con un régimen centralizador del poder a una de las economías más abiertas del mundo con un gobierno federado y democrático. Esta transformación se produjo a partir de 1988 y ha permitido que nuestro país se insertara en el concierto de los intereses comerciales y militares. Nuestra posición geopolítica ha marcado nuestra ruta, como vecinos de la potencia militar y económica más importante del orbe, que mantiene una indiscutible actividad hegemónica. Estados Unidos es una nación que asume que tiene como misión el expandir por el mundo sus principios políticos y su operación económica respaldada por la actividad militar y tecnológica. La única potencia con una verdadera visión y acción global hoy por hoy son nuestros vecinos. Esa preeminencia se fue consolidando a lo largo de muchos años en la región del atlántico del Norte, en donde substituyeron el poder militar del Reino Unido convirtiéndolos en sus aliados, estableciendo una creciente actividad económica impulsora del comercio entre el Norte de Europa primero y luego incluyendo a los países del Sur, con el Este de los Estados Unidos. El crecimiento económico en ambos lados del Atlántico fue notable y la OTAN se consolidó como la garantía militar de un acuerdo geoestratégico. México tuvo sólo una relación indirecta con este proceso. Con el paso del tiempo nuestros vecinos fueron construyendo un mecanismo militar y comercial en el Pacífico. La guerra fría los impulsó a desarrollar relaciones estratégicas con Japón primero y con Corea después que impulsaron el desarrollo económico de aquellas naciones, y posteriormente desarrollaron un verdadero puente comercial con China que condujo a la formación de la región con mayor crecimiento del planeta desde los años noventa del siglo pasado. Ahora se consolida una iniciativa para crear una zona de libre comercio del Pacífico en la que México jugará un papel mucho más activo de lo que sucedió en la postguerra en el Atlántico. Y será así porque ahora nuestra posición geopolítica nos ha convertido en una potencia intermedia ligada profundamente a los Estados Unidos. México es un campo abierto mercantil integrado en Norteamérica, y juega un papel estratégico en la economía internacional con una actividad de comercio externo cercana a los 400 mil millones de dólares, lo que nos llevará pronto a ser la segunda nación que más vende a EU después de China. Aunque hay que decir que las ventas las hacen en su mayor parte empresas extranjeras, es lo mismo que sucede con los orientales. México ya no puede ni debe dejar de tener una visión global y una actividad internacional creciente, cada vez más asertiva en términos económicos y geopolíticos. No es más una cuestión de gobierno, sino que es quizá la política de estado más consolidada en los últimos 30 años. Si bien es cierto que tenemos serias limitaciones para ser considerados militarmente como potencia, también lo es que México juega una papel cada vez más importante en la seguridad interna de Estados Unidos por sus fronteras, sus mares, su petróleo y por el enorme intercambio que sostenemos. A México le conviene la apertura. Tenemos 20 millones de mexicanos en el exterior, aquí viven más de un millón de inmigrantes, recibimos una enorme inversión externa y nuestro mercado comienza a jugar un papel emergente en el mundo por su dimensión y potencial. Es hora de que México juegue un papel más activo en la región y en mundo para generar valor, actividad económica y fuerza a nuestro mercado interno.

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