sábado, 17 de septiembre de 2011

El México posible

México puede estar en el mundo industrializado en el corto plazo e incorporar a la clase media a decenas de millones de mexicanos que viven ahora en la pobreza. Aunque parece un contrasentido, nuestro país está avanzando en medio de turbulencias por la ineficiencia de su gobierno y los avatares financieros globales. Para sustentar esta visión dividamos los escenarios en económicos, sociales y políticos: La crisis financiera de 2008 y el aprendizaje adquirido en las anteriores de los años ochenta y noventa, han permitido que en las autoridades y las empresas exista una actitud conservadora en el manejo de los riesgos. Con una economía con un PIB que roza los 980 mil millones de dólares, y que exporta más de 300 mil millones, con una población que crece mesuradamente y con la apertura comercial más agresiva del continente ha logrado atraer negocios, inversiones y habilidades directivas que están impactando aceleradamente todos los procesos productivos. La productividad crece en el sector privado y está anclada por lastes públicos como la falta de infraestructura o propensión a la corrupción gubernamental. México es la 14 economía del mundo por su tamaño, la 35 en facilidad para hacer negocios y cuenta con una estructura diversificada en sus ingresos: exportación de manufacturas, petróleo, turismo y remesas de emigrantes. La debilidad está en las finanzas públicas que recaudan poco y mal. En el ámbito social la población de menores ingresos debe ser atendida con mecanismos compensatorios que le permitan incorporarse a la economía formal. Y aunque el ritmo de asimilación es lento, la tendencia y las estructuras están siendo preparadas en ese sentido, mediante el uso de la tecnología y los procesos bancarios flexibles. En el campo la polarización por la vía de la productividad avanza dejando de lado a los pequeños productores por lo que la industria y los servicios en el medio rural serán decisivos para atemperar los impactos concentradores de la riqueza. Pero lo más relevante es que ante el crecimiento lento de población va a ser posible en pocos años que todos los habitantes cuenten con servicios de agua, electricidad, educación pública, salud básica y comunicaciones electrónicas. Estamos pasando de la urgencia por la cantidad a la necesidad de calidad. El desafío fundamental está en el servicio público de seguridad y justicia que ahora está en momento de crisis, es probable que en pocos años maduren los esfuerzos actuales para conformar un sistema más funcional que nos aleje de la actual impunidad. En cuestiones políticas, la democracia mexicana se consolidará, hasta llegar a los espacios regionales y gremiales en los próximos años. Y aunque lo más visible son las luchas nacionales, lo más importante es la normalización de usos democráticos para la toma de decisiones públicas. El próximo gobierno debe tener claro que está es condición de progreso y de gobernabilidad. México pasará de ser una potencia emergente para ser un país industrial medio, con una población estable. Estamos en condiciones de ser una nación de primer mundo en una década, para conseguirlo los dirigentes privados y públicos deben hacer confluir una visión positiva de México en todas sus acciones y disputas. Los desafios económicos, sociales y políticos requieren reformas constitucionales que están en un horno que calienta y que estará a punto para septiembre y diciembre de 2012.

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