sábado, 26 de marzo de 2016

Después de Bruselas

Más allá de la historia que describe como se ejecutaron los terribles actos terroristas en Bruselas está el desafío de las acciones a tomar para combatir a ISIS. El despliegue militar convencional puede tener efectos graves, y por eso las acciones que se desarrollan son tan sofisticadas. Para comprender de mejor forma lo que sucede hay que recordar que el terrorismo de ISIS se basa en tesis religiosas radicales que pregonan la implantación de la ley divina en la tierra (shaira) mediante un califato. Para ISIS ese territorio no debe tener, fronteras estables, ni presencia en el mundo global, ya que su perspectiva es el cumplimiento de las profecías apocalípticas del Profeta. Entre ellas está una gran batalla en el territorio del califato como punto de inicio del fin de los tiempos. Por eso muchas de las acciones terroristas están encaminadas a incitar una intervención militar tradicional en la zona de Dabiq identificada como la región en donde sucedería esa batalla apocalíptica. Lo sucedido en Turquía, Paris y ahora en Bruselas en la visión difundida en la propaganda terrorista, de los yihadistas es parte de una ofensiva provocadora de una escalada de violencia tal que detone la actividad apocalíptica que traería al mundo hasta Jesús mismo para hacer triunfar al Islam. Ante la complejidad militar y esta visión, las acciones emprendidas han sido intervenciones puntuales, como la que quitó la vida al número dos de la organización hace apenas unos días, dejando de lado una acción territorial que resultara como una confirmación de la profecía. Con esa estrategia en marcha es predecible que la lucha sea prolongada en le tiempo y cada vez más sofisticada para lograr objetivos militares y económicos que permitan derrotar al califato y su yhihad ofensiva. Pero al mismo tiempo, hay que tomar en cuenta que existe la secuela de Al Qaeda, la otra rama terrorista que actúa en la sombra mediante células dormidas y que también está decidida a atacar la infidelidad de los occidentales. Así la lucha tácticamente se centra en una acción de inteligencia que permita actuar eficazmente. Pero mientras eso sucede en el campo militar, en el ámbito político y social la impaciencia crece. Los oportunistas demagogos se hacen más populares con sus propuestas radicales que llaman a acciones violentas de gran escala, lo que contamina la vida pública en Europa y Estados Unidos. Incitar al odio luego de la tragedia es una táctica que puede hacer ganar adeptos, pero es en sí mismo una irresponsabilidad inaceptable. La información es una herramienta fundamental ahora para combatir a los radicales. Tanto los terroristas como los que pretenden aprovecharse de la circunstancia para ganar poder. Afortunadamente solo unos cuantos miles de los cientos de millones de musulmanes en el mundo creen en los postulados de ISIS o en los grupos derivados de Al Qaeda. Ellos merecen todo el respeto, más ahora cuando muchos los miran con sospecha o incluso resentimiento. El ataque de Bruselas, sucedido a unos metros de la sede de la OTAN, es una terrible provocación. Ante ella el desafío es luchar efectivamente contra el terrorismo en libertad sin incitar al odio, mediante una información puntual a la opinión pública y una actuación política responsable. Lamentablemente la necesidad hace que el Estado cada vez más crezca su intervención en él ámbito privado de las personas para contar con información calificada, y con ello se eleva el riesgo del mal uso de la misma. Pero al mismo tiempo es imperativo el respaldo a las autoridades para que cuenten con el respaldo que les permita ser eficaces. Ante ese dilema, el imperio de las leyes se convierte en la piedra angular tanto para la acción militar, como para la defensa de la libertad de las personas. La mejora del marco legal de la acción antiterrorista es la clave para hacer que los sacrificios de las víctimas se convierta en una victoria sobre el odio, el terror y el radicalismo. La revisión de la ley, su aplicación precisa y la defensa de la libertad es la agenda más trascendente para dar soporte a las acciones policiales y militares. La reacción de mayor dignidad humana es a más violencia más respeto a la ley.

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