domingo, 24 de agosto de 2014

La guerra persigue a Obama

El Presidente Obama se planteó terminar con la escalada militar iniciada a partir del 11 de septiembre. Las intervenciones en Irak y Afganistán habían costado mucho en términos económicos y políticos en los Estados Unidos. La caída de Osama Bin Laden y el anuncio del regreso de las tropas desplegadas en Irak significó un punto culminante en el camino hacia una política externa con menos riesgos bélicos. Pero en muy poco tiempo el panorama ha cambiado radicalmente porque hay ahora mismo dos grandes amenazas: la más importante es la extensión del llamado Estado Islámico en el territorio de Siria e Irak, que supone el crecimiento de un ejercito de radicales profesionales que se han propuesto dominar a base del exterminio grandes extensiones en ambas naciones. La amenaza de Estado Islámico se convirtió la semana pasada en un desafío directo al gobierno de Obama con la decapitación del periodista norteamericano James Foley. Días antes el presidente había autorizado el bombardeo en Irak para debilitar a los Yihadistas. Ahora el tono de la administración que buscó una política menos bélica se ha transformado hasta llegar a la amenaza abierta a los combatientes islámicos al señalar que si tocan a norteamericanos irán por ellos a donde se encuentren. Esto significa simplemente que los atacarían en Siria y que la intervención ahí sería un movimiento bélico muy peligroso dada su ubicación geográfica y política. No aliviemos que Rusia ha mantenido una cercanía con el régimen sirio y que considera a esta nación como estratégica en sus relaciones externas. La otra amenaza es precisamente Rusia que se empeña en intervenir en Ucrania mediante un respaldo cada vez más consistente y evidente a las fuerzas rebeldes a Kiev. No es casual que en la semana la OTAN haya manifestado su preocupación por la acumulación de fuerzas en la zona y por la entrada por la fuerza de un convoy procedente de Moscú. Ahí hay una guerra que puede escalar y Siria e Irak hay más que un gestación de otra que también puede alcanzar dimensiones mayores. Ante este panorama la administración Obama está en medio de decisiones militares de un alcance aun mayor de las que tuvo que tomar su antecesor. Si a eso sumamos la crisis en la franja de Gaza tenemos una agenda internacional que se centrará más en el Pentágono que en la diplomacia del Departamento de Estado. De hecho en las ultimas semanas las operaciones militares autorizadas por la administración han ido creciendo, incluyendo los esfuerzos por rescatar a norteamericanos secuestrados en Irak y Siria, que han sido infructuosas. Los tambores de guerra comienzan a sonar a lo lejos, la tecnología sofisticada se apresta a contribuir en procesos que buscarían ser “quirúrgicos” pero que pueden desencadenar operaciones de gran calado. Sin duda estas semanas por venir serán probablemente las más complicadas en la gestión de Obama y pueden ser determinantes para el futuro económico y político de los Estados Unidos. Los rusos saben bien eso y por eso están tensando la cuerda en Ucrania y han llevado las cosas a un punto en donde seguramente habrá más represarías económicas contra Rusia y mucha más atención al tema en Europa. El presidente que llegó a la cae blanca con un mensaje para terminar con la guerra está inmerso en la gestación de otras que pueden ser de mayor calado.

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