sábado, 7 de junio de 2014

GDL

Crear valor económico y bienestar son los objetivos estratégicos de las políticas públicas enfocadas a la productividad. Hoy día las ciudades del mundo compiten por ser productivas y por tener mejores condiciones de vida. Una forma simple de medir la capacidad de una sociedad para generar valor es el indicador del ingreso per capita (GDP). Y aunque la forma de medirlo puede resultar cuestionable, hoy es aceptado como referencia global para el crecimiento económico, la generación de riqueza y es indicativo para la distribución del ingreso. Hacer crecer este indicador ha sido meta de los estadistas que saben muy bien que la construcción del bienestar pasa por la generación de valor. En el caso de Guadalajara el ingreso per capita es de 14,281 dólares, lejos de los 32,000 de Monterrey y de los 24,000 de la Ciudad de México. Y en términos reales el ritmo de crecimiento es muy bajo. Por otra parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha creado el Indice de Desarrollo Humano como un indicador para medir el grado de bienestar de las comunidades. En Guadlajara este índice se ubica en 0.880, por 0.871 de San Pedro Garza García y 0.917 de Benito Juárez en la Ciudad de México. Es decir que Guadalajara tiene mejores condiciones de desarrollo y equidad que el municipio de Nuevo León pero con un ingreso mucho menor. Y no alcanza las condiciones de la Ciudad de México. Esta realidad pone de manifiesto que si bien es cierto que la percepción de calidad de vida es muy alta, en realidad en muy pocos años otras ciudades están alcanzado índices muy altos en valor económico y bienestar social, como el caso de Querétaro que ya alcanza los 14 mil dólares de ingreso percapita y un indice de desarrollo humano de .860 en el municipio de Corregidora. Esto resulta revelador del hecho estructural más importante para el municipio de Guadalajara en los últimos años: la salida de personas que viven y que trabajan en su territorio, y el cierre o traslado de muchas empresas industriales, aunado al lento crecimiento de la economía de los servicios. Sin embrago, dado que el capital humano con el que cuenta tiene índices de escolaridad y desarrollo de habilidades productivas existe la oportunidad de que sus habitantes desarrollen su vida en el propio municipio y hagan crecer sus indicadores de bienestar y de riqueza. Pero esto solo será posible mediante una alianza con el sector privado que permita enfocar el esfuerzo a la creación de valor, de riqueza y de bienestar con acciones conjuntas. La sola dotación de infraestructura, aun la enfocada al mejoramiento de las condiciones de vida comunitaria, resulta insuficiente si no se acompaña de un crecimiento sostenido de la inversión productiva que multiplique los efectos del crecimiento. En ese sentido, es claro que dado el agotamiento del modelo de producción industrial desarrollado en el pasado, el camino es el fomento a los servicios, a la actividad educativa, al turismo, el sector financiero y en el desarrollo de las actividades del sector inmobiliario que permitan generar un parque de vivienda, de equipamiento comercial y de servicios capaz de recibir a las mejores empresas para que se sumen al propósito de hacer de esta ciudad una comunidad mucho más productiva. El trabajo conjunto con las grandes y medianas empresas capaces de planear el desarrollo de proyectos de gran envergadura es crucial para el futuro de la metrópoli. Provocar flujos de inversión productiva en el contexto global es una de la tareas más importantes para los gobiernos locales.

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