sábado, 1 de marzo de 2014

¿A dónde va México?

México es una gran nación emergente. Una verdadera potencia económica en gestación. Estas ideas están en la mente de tomadores de decisiones de muchas de las naciones más avanzadas económica y culturalmente. Las magnitudes del país, por ubicación geo estratégica, y dada su estructura social tan imbricada con los Estados Unidos, así como la inversión física acumulada, convierten a México en un país con las condiciones para dar el paso al desarrollo económico. Para que esto suceda se requiere un crecimiento de la economía a tasas muy superiores a las actuales y para eso se necesitan fondos económicos de los que no dispone la Nación. Por eso se alientan las inversiones externas en todos los sectores, que requieren de más y mayores cambios normativos para liberar el alcance de los proyectos. Pero al mismo tiempo es necesario crecer en número y profundidad el mercado interno mediante una expansión de la clase media. Y está solo crece si hay crédito disponible, como parece habremos ahora mismo. Además es indispensable fortalecer el estado de derecho para garantizar que las reglas operativas de las finanzas, el comercio, la propiedad intelectual, y el cumplimiento contractual en general están satisfactoriamente garantizados. Para eso es necesario fortalecer al estado frente a las manifestaciones de factores reales de poder. Y en términos cuantitativos habrá que pasar de un ingreso per cápita de 10.5 mil dólares anuales a más de 15 mil. Pasando este umbral se activan elementos de generación de capital y ahorro que pueden hacer sustentables muchos motores del crecimiento interno y de fortalecimiento de la economía de las familias. Y como corolario esto ha de suceder en un ambiente de estabilidad económica como la que ha vivido el país a partir de la salida de la crisis del año 1995. Pues todos estos factores ahora mismo están alineados en el mismo sentido. La inversión externa crece de forma significativa, el crédito disponible hace crecer la clase media que cada vez más se estabiliza en la mecánica del cumplimiento de compromisos; se concretar reformas para desregular y cambiar paradigmas en las inversiones, y se actúa lenta pero consistentemente en la consolidación de nuevos modelos de justicia, y en el combate a la impunidad y la delincuencia en una lucha que parece no tener cuartel. En términos reales el ingresos percápita sigue en ascenso y las perspectivas son positivas. Esta visión es mucho más compartida en el exterior que en México. En general en muchos empresarios, políticos, pensadores y actores de la vida social de México hay una suerte de desconfianza y pesimismo soterrado. Muchas veces sustentado en pasiones políticas o en experiencias anteriores que limitan la capacidad de ver las cosas con la altura que una oportunidad como la que vivimos merece. Corresponde a las nuevas generaciones abanderar este optimismo razonado para abrirse camino en una sociedad que debe ser cada vez más abierta en todos los sentidos. México va camino al desarrollo económico. Lo que significa que en los próximos años los problemas a los que nos enfrentamos serán otros y requieren de visiones frescas con alcance global y amor por lo nuestro. Es tiempo de que los jóvenes se abran espacio en el paso que habremos de dar en los próximos diez o quince años.

No hay comentarios: