sábado, 25 de febrero de 2012

El ocaso de Calderón

La peor pesadilla para el Presidente Calderón está en el panorama electoral. Por eso desde hace semanas se ha convertido en un motor de la campaña de su partido. a 125 días de la elección presidencial el panorama es muy complejo porque las proyecciones de los resultados no favorecen a su candidata, pero más allá de eso la opinión pública está cada vez más decidida a castigar al Presidente y su partido. La estrechez económica y la violencia criminal son los factores que inciden en la tendencia de castigo, y no se ve como se mejore la economía de las familias, ni como se reduzca la criminalidad en los 17 fines de semana que restan para la jornada electoral. Por el contrario, la economía parece estar en un periodo de desaceleración y cada semana nos enteramos de enormes matanzas en cárceles, asesinatos por encargo en todas las regiones del País y cada vez más personas son víctimas de la delincuencia.
Si comparamos los estudios de opinión electoral del último proceso electoral para presidente de la República, respecto a los de hoy ,vemos que en el mes de febrero de 2006, 49% de los ciudadanos decían que votarían por el mismo partido en la boleta de presidente y de diputado; hoy quienes dicen que no diferenciarán su voto porque votarán por el mismo partido llega a 58% y solo 22% que votará en forma diferenciada. Lo que encamina al PRI a una victoria en el Congreso de la Unión.
Las encuestas publicadas muestran que en febrero de 2000 Francisco Labastida tenía una ventaja de 7 puntos sobre Vicente Fox; después en 2006, la ventaja de López Obrador era de también de 7 puntos, y el día de hoy, Peña Nieto tiene en promedio 20 puntos de ventaja sobre Josefina Vázquez.
Ante ese panorama la estrategia del Presidente se ha volcado para convertirse en un verdadero activista electoral que busca provocar al puntero en las encuestas, a eso de deben las declaraciones venenosas para el PRI; las presentaciones en las que dice que su partido está prácticamente empatado con el líder y el reparto de culpas entre gobiernos estatales y municipales de los hechos de violencia.
El ocaso de Calderón tendrá dos momentos culminantes que pretenden tener impacto electoral: la visita del Papa a fines de marzo y la reunión del G20 en los Cabos en Junio. Serán verdaderos actos de despedida a su gestión que pueden ser capitalizados en popularidad. Sin embargo, es tan frágil la imagen, que cualquier acto de violencia o escándalo que recuerde la opinión pública ese deseo oculto de castigo electoral puede revertir lo ganado.
Felipe Calderón debe estar pensando en la soledad del día siguiente a que refería Luis Spota en su novela. Porque ninguno de quienes pueden ganar la elección son realmente hombres de su confianza.

No hay comentarios: