sábado, 16 de julio de 2011

guerra del agua

La guerra del agua
Luis Salomón
Los conflictos por el agua son siempre profundos. Desde tiempos bíblicos estas disputas han sido cruentas. En México están dadas las condiciones para que se generen conflictos sociales derivados de la disputa por el agua. Esto es producto de la asimétrica distribución del líquido en el País; a la mala gestión; la enorme corrupción que se ha generado en torno a la explotación de acuíferos y otros factores sociales y políticos.
En Jalisco se incuba una manifestación de estos conflictos por el agua debido a la precaria situación del lago de Chapala, la falta de agua para la zona metropolitana de Guadalajara, que se conjugan con una cada vez más madura participación ciudadana en defensa de los recursos naturales. La disputa implica también cuestiones políticas mezcladas con el cumplimiento de los acuerdos de aprovechamiento de las aguas de la cuenca Lerma Chapala Santiago. Ahora mismo se construye una presa, El Zapotillo, en medio de una polémica por su ubicación y por el alto de su cortina, que afectará a zona metropolitana de Guadalajara, también se plantea construir un acueducto adicional para extraer más volumen de Chapala, con oposición social en la ciénega y la ribera del lago. En la ciudad hay más de 600 mil personas que carecen de servicio de agua potable y alcantarillado y otras que lo tienen de forma irregular. Para resolver el problema se requieren 3.5 metros cúbicos de agua por segundo adicionales a los poco más de 9 que actualmente se disponen. De estos Chapala aporta 4.5 mientras que el sistema de pozos aporta 3 y la presa Elías González Chávez 1.5, para un total de 9. La falta de una infraestructura eficiente hace que la ciudad dependa del agua del lago. Y aunque es posible obtener agua de otras fuentes la ineficiencia del sector público ha generado presión social. Hay que recordar que la última obra de alto perfil construida para aprovechar el agua que escurre en los altos fue la presa Elías González Chávez que entró en operación en 1991, lo que supone veinte años de carencia de obras hidráulicas de envergadura para dotar a Guadalajara de agua suficiente. Claro que hay agua potencial para Guadalajara sin afectar Chapala. Es cuestión de trabajar para obtenerla de las cuencas del Río Verde y aun del Santiago. Pero la gestión pública ha ido por detrás de las necesidades y ahora la sociedad está asumiendo un papel más protagonista para exigir resultados inmediatos. Los hasta ahora incidentes en Temacapulin y la resistencia al acueducto de Chapala son muestras evidentes de que se gesta un conflicto social que aun se puede solucionar con acciones sensatas. Pero si las autoridades hacen oídos sordos y se empeñan en imponer criterios supuestamente técnicos sobre la percepción ciudadana habrá seguramente consecuencias sociales y políticas de gran dimensión.

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