sábado, 19 de marzo de 2011

desde japón

Nuestro Big One
Luis Salomón
El terremoto de 9 grados Richter y el consecuente sunami sucedido los días anteriores en la costa Norte de Japón tiene consecuencias aun indefinidas. Las más importantes están en el manejo de riesgos naturales. Si alguna nación se preparó para un terremoto mayúsculo es Japón, con las mejores normas para construcción, el desarrollo de su propia tecnología y sobre todo la formación de una cultura cívica de participación activa y conciencia plena de los riesgos. Más diez mil desaparecidos casi cinco mil muertos reconocidos hasta ahora, la destrucción de más de trescientos mil millones de dólares en activos y la mayor crisis de la industria de energía nuclear desde Chernobyl son parte de la estela de este Big One para el que tanto se prepararon los japoneses. A mayor sofisticación en el uso de los recursos, más destrucción estratégica potencial. En realidad la crisis en la central nuclear se debió a la falta de energía producida por la inundación de las plantas de emergencia lo que produjo el descontrol del sistema de enfriamiento y no fallas estructurales de construcción. Se destruyeron gran cantidad de casas e instalaciones, pero quedaron practicante intactos los edificios, puentes y estructuras diseñadas para resistir sismos de hasta 8.9 grados.
En el caso de México la experiencia nipona es una clara advertencia de que debemos prepararnos con seriedad para nuestro Big One. Para ello es menester revisar los riesgos estratégicos en las ciudades y las costas. La inspección de las estructuras en pié y plantearnos una nueva norma para la construcción es el camino que nos ha marcado una experiencia dolorosa sucedida en tierras niponas. Aunque las normas constructivas son competencial local, el hecho merece que se plantee establecer normas nacionales que permitan evitar laxitudes en los municipios menos desarrollados. Mención especial merece el programa nuclear que se materializa en Laguna Verde Veracruz, que debe ser sometido a una rigurosa revisión publica, que permita decidir si merece la pena continuar con él.
La forma más positiva de ver lo sucedido en Oriente es abrir un debate público sobre prevención de riesgos, normas de construcción nacionales y la revisión de los programas de energía nuclear. El Gobierno federal debe tomar la iniciativa en estos temas para ponerlos en la agenda pública. No dejemos pasar la oportunidad de plantearnos que en México tendremos nuestro Big One, que puede ser de las mismas proporciones del que vimos en las pantallas hace algunos días. La mayor parte del territorio nacional es zona de alta sismicidad y nuestras costas turísticas están expuestas a estas y otras calamidades desde Los Cabos hasta Cancún. Estos son temas de responsabilidad de los políticos y de las autoridades. Ya es hora de que trabajen en ellos dejando de lado las tareas electorales y los asuntos intrascendentes. La vida de muchos está en juego.
Aprender de Japón el sentido de prevención es la mejor forma de ser responsables y rendir homenaje a los caidos.

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