sábado, 9 de enero de 2016

Joaquín Guzmán Loera, su captura de película

La cabeza de la organización responsable de introducir y distribuir una tercera parte de las drogas en los Estados Unidos, según las autoridades norteamericanas, es necesariamente una figura pública de primer orden. Los recursos económicos valuados en miles de millones de dólares, la capacidad logística ilegal, la corrosión producida en las instituciones, le colocan en el centro de atención durante años. Se convierte en personaje admirado y combatido. Pero si a esto agregamos la historia personal de un hombre que con astucia logró escaparse repetidamente de las autoridades, que además durante años ha mantenido una amplia red de lealtades en muy diversas partes del mundo, le convierten en un mito viviente. La historia de su vida, como ya se ha dicho en estos días, resulta mucho más atractiva que la mejor novela o el mejor guión cinematográfico. Parece que incluso él mismo así lo pensó. Ahora en lo que pareciera ser un capítulo más de una historia viva, ha sido capturado en Los Mochis, Sinaloa, el protagonista de 58 años que despierta esa extraña combinación de admiración, temor, y morbo. Expuesto a los medios de comunicación ha sido el tema de mayor difusión en las redes sociales en el mundo. El valor simbólico de su captura, la oportunidad en la que se produce y las condiciones de la inseguridad en México, colocan el hecho en punto de enorme expectación. El futuro de los procesos legales contra Guzmán serán motivo del mayor escrutinio, tanto los que se producen aquí, como los que pueden llevar a su extradición a los Estados Unidos. Los de aquí por la sospecha de la capacidad corruptora de su organización y los de allá, además, por la posibilidad de que en ellos se genere una cantidad enorme de información que puede conducir a conocer mucho mejor como opera esta y otras organizaciones que trafican ilegalmente en amplias regiones del mundo y especialmente en norteamérica. La expectación es el mejor contexto para el impacto de una historia. Ahora, se abre la posibilidad de una recomposición de la fuerza de las organizaciones criminales en el territorio y cobran fuerza otros desafíos para controlar y detener a otros líderes. La captura puede llevar a una ola de más detenciones y a reacciones de estos y otros grupos que pueden darse a la tarea de buscar ocupar los espacios que pueden quedar vacíos. Por eso la actuación de las autoridades de inteligencia, policiales y militares tienen una responsabilidad mayor, porque no pueden equivocarse. La expectación traspasa las fronteras. Por eso es muy probable, que con todo el cuidado legal del caso, se de curso al proceso de extradición y que la colaboración con las autoridades estadounidenses se fortalezca aun más de cara a las posibles consecuencias de una detención de película. No olvidemos que hoy más que nunca la seguridad en la frontera es una prioridad para Washington y debe ser también para México, por las amenazas de infiltración terrorista. La lógica política apunta una mayor integración en las estrategias de seguridad que solo pueden desarrollarse mediante la confianza mutua, y la detención de Guzmán es no solo oportuna sino muy valiosa políticamente. Además en pleno año electoral en EU, con actores con posiciones antimexicanas, es fundamental consolidar la fuerte relación económica en acciones políticas de mayor envergadura, como el contar con mecanismos, protocolos, estrategias e información compartida en materia de seguridad fronteriza. De ser así la detención y posible entrega de Guzman genera expectación policial, militar, política, diplomática y por eso puede ser un hito en las relaciones bilaterales, en materia militar y de seguridad. La historia del mito con vida continuará más allá de lo que suceda en el corto plazo, y seguramente veremos algún día una película que narre su vida, aunque el guión no sea autorizado por él.

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