sábado, 19 de diciembre de 2015

Elecciones

La jornada electoral en España será un parteaguas en su interesante evolución política. Los estudios de opinión apuntan a que el Partido Popular será el más votado, pero las variables que brinda el sistema parlamentario permiten pactos de tal forma, que pudiéramos ver acuerdos inéditos para formar gobierno. La irrupción de nuevas opciones como Podemos y Ciudadanos muestran que la sociedad actual puede ser mucho más flexible a admitir nuevas opciones a los partidos tradicionales. También es manifestación del enorme desgaste que la crisis económica que se ha prolongado por muchos años ha hecho mella en la percepción de los partidos. Pero esta flexibilidad no es exclusiva de España o de Europa, ahora en Iberoamérica también estamos presenciando formaciones inéditas. En Venezuela prácticamente en una coalición todos contra Maduro han ganado con contundencia; en Brasil las coaliciones endebles tienen en jaque al gobierno del Partido de los Trabajadores de Dilma Rousseff; mientras que en Argentina gracias a la segunda vuelta se formó otra coalición inédita que derrotó al peronismo de Cristina Fernández de Kirchner, antes en Guatemala sucedió un terremoto que llevó a la presidencia al cómico Jimmy Morales en otra formación sin precedente. En realidad en el mundo hay una creciente exigencia sobre el desempeño político que se comienza a expresar de formas cada vez más diversas. La enorme transformación en la forma de vida por el uso intensivo de la tecnología nos ha convertido en mucho más productivos y eficaces. Las organizaciones privadas se han colocado a la cabeza de este enorme cambio marcando el paso en la innovación y la eficiencia. De hecho son las grandes empresas tecnológicas, farmacéuticas y de comunicaciones las que están decidiendo el futuro de la forma de vida, mucho más que los propios gobiernos. De hecho, estos, reaccionan para adaptase a lo nuevo. Las tradicionales estructuras de gobierno, pesadas, sólidas y consistentes no han podido ir a la par de las nuevas organizaciones privadas, ni en Estados Unidos, Europa, Japón o China. Esta dualidad es percibida por los ciudadanos con ojos cada vez más críticos dado que a ellos mismos se les exige en su vida cotidiana una desempeño cada vez más eficaz, mientras que pareciera que a las estructuras públicas no se les exige y se perciben en algo así como instalas de privilegios. Y entonces el discurso de llamar a la igualdad rompiendo con las estructuras político partidistas tradicionales resulta muy popular. Así Pablo Iglesias en España ha planteado precisamente una posición al respecto como lo hizo Beppe Grillo en Italia, o Alexis Tsipras en Grecia y Jeremy Corbyn en el Reino Unido. Esta presión sobre los partidos tradicionales se acompaña de otra percepción que puede operar en sentido contrario: el miedo provocado por el terrorismo. La población ante el terror reclama la eficacia de la solidez institucional y el uso de la fuerza del Estado; temas en los cuales los partidos tradicionales llevan la batuta. Quizá por eso mismo la ultraderecha francesa de Le Pen no logró el triunfo al que se perfilaba en las elecciones regionales de Francia, y al final los ciudadanos votaron por una solución más tradicional y por ende percibida como más segura. Ahora en España veremos expresado en el resultado la tensión entre estas dos variables que seguramente tendrán mucho que decir para la política del otro lado del Atlántico.

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