domingo, 30 de agosto de 2015

¿Subirán la tasa de interés?

La Reserva Federal de los Estados Unidos se reúne estos días en un simposium para discutir la política económica. Seguramente uno de los temas centrales será plantear si este es el momento más adecuado para terminar con la política expansiva aplicada a partir de la crisis de 2008 y retomar el alza en las tasas de interés para “regularizar” la política monetaria. Los argumentos en favor del alza son válidos porque el crecimiento de la economía de Estados Unidos se sostiene en previsiones superiores al 3% con una inflación de entre .1% y 1.5%, lo que indica una regularización del crecimiento sano. Sin embargo las razones para no aumentar la tasa ahora también parecen razonables porque si bien es cierto una proyección de crecimiento de 3% es buena, está lejos de impresionar y más cuando se vive un cambio drástico a la baja en los precios de muchas materias primas como el petróleo. Para los Estados Unidos la turbulencia financiera en China y la fortaleza del dólar puede llevar a presiones deflacionarias. Es decir la reducción de precios puede afectar la economía global y la propia de los Norteamericanos. Por eso muchos consideran que la Fed preferirá esperar a los próximos trimestres en lugar de hacer el aumento de tasa en septiembre. Para México esta es una situación riesgosa porque prolonga el espacio de incertidumbre. Es decir que el aumento de las tasas habrá de producir un cambio de posiciones de los inversionistas que dejarían el peso mexicano para irse al dólar. Para compensar, México debería también aumentar las tasas para hacer competitivas las inversiones en pesos, pero ese hecho contiene el crecimiento, encarece el crédito y puede generar inflación. Pero si la decisión es aun no subir la tasas en EU sino esperar, los mercados tratarán de adelantarse y es muy probable que la presión sobre el Banco de México sea tal que decida aumentar las tasas en pesos aun antes de que la Fed lo haga para atraer al capital. La volatilidad seguirá imperando y si a esto sumamos que el precio del petróleo no sube entonces las perspectivas de ingresos se reducen, lo que llevaría a un recorte significativo del gasto público en el presupuesto de 2016, y a una presión para que estados y municipios aumenten su recaudación. De hecho México ha corrido con la ventaja de que instrumentó una reforma fiscal que elevó la recaudación en forma significativa en términos reales en los últimos 20 meses y eso ha servido como contrapeso a la drástica caída del ingreso petrolero. Pero no ha sido suficiente ya la perspectiva es la reducción del gasto público. Así el panorama para los siguientes dos trimestres pasa por el tan llevado y traído aumento de tasas en EU, el aumento consiguiente antes o simultáneo en México, el recorte del gasto público en el presupuesto de la federación en 2016, la competencia cada vez mayor por atraer inversiones productivas a México, la inestabilidad en el mercado cambiario con una paridad rondando los 17 pesos o más, y la especulación bursátil. Las actividades que pueden ser beneficiadas son la exportación de manufacturas, el turismo y las inversiones en infraestructura, en cambio las empresas que no participan de ingresos en divisas y los servicios que pueden ser recortados para aumentar la productividad pueden ser los más afectados. Dado que las decisiones estructurales del acontecer en este periodo en las finanzas globales vienen de fuera, lo que corresponde a la economía mexicana es mantener la disciplina, fortalecer la productividad y apostar al consumo interno como un motor cada vez mas fuerte. Sine embrago no debemos dejar de ver que dada la relación económica que sostenemos con Estados Unidos, su crecimiento sostenido siempre será una buena noticia. Asimilando el cambio de reglas con agilidad, México será de los países que saldrá más rápido de la incertidumbre.

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