sábado, 20 de febrero de 2016

Uberto Eco, Él Universitario,

Se ha ido el humanista postmoderno, seductor intelectual que logró siempre provocarnos a pensar. El sabio semiólogo, periodista, filósofo, critico de arte fue ante todo un profesor que enseñó a ver y pensar el mundo de una forma diferente, murió en Milán a los 84 años. Lo hizo como fue su visa: luchando y produciendo. Peleó contra el cáncer y hasta el final produjo en estos días una nueva editorial. Ahora que las notas laudatorias hablan de él como el que lo sabía todo, vale la pena mirar en sus obras, la diversidad fragmentada de conocimiento y reflexión sobre lo humano que le caracterizaron. Si Bolonia fue la primera Universidad, Eco puede ser hoy como la definición de él universitario. Su devenir es una oda a la libertad de pensar, de decir y de hacer a partir de la actividad intelectual. Quizá la mejor forma de describirle sean sus propias palabras: “El hombre es el único animal que ríe, ya que, a diferencia de otros animales, sabemos que tenemos que morir. La risa es una manera de domesticar a la muerte, una manera para no tomar nuestra muerte demasiado en serio, al no tomar demasiado en serio nuestra vida “. Ese sentido del humor que le hacía tan particular lo plasmó en sus conferencias, y en sutiles pasajes narraciones más famosas como El Nombre de la rosa o el Péndulo de Foucault. En ellas, penetra en la condición humana con una perspectiva provocadora. Al referirse a su reflexión sobre las listas, esas que los hambres hacemos para referirnos y ordenar las cosas o sus recuerdos, decía que en ocasiones perdemos el tiempo tratado de completar cosas que sabemos que no podremos terminar de forma realista, por el gusto que tiene el hombre por lo que no tiene límites y lo que no tiene fin. Esa predilección, decía, es una forma de escapar a los pensamientos sobre la muerte: ”nos gustan las listas porque no queremos morir” dijo en un entrevista al semanario Der Spiegel. Su formación juvenil pasó de militar en la juventud católica y en su tesis sobre las obras de Tomás de Aquino, a convertirse en un representante de la cultura laica de nuestro tiempo. Esta convicción la expuso de forma brillante en su famoso diálogo con el Cardenal Carlo María Martini titulado “En que creen los que no Creen”. Fue un luchador del pensamiento laico que logró trascender las fronteras en Europa y América con una narrativa lucida y brillante que abrió las puertas para que luego pudieran seguirle en la fama hombres como Antonio Tabucchi y Alessandro Barico. Y aunque ellos, no fueron puntualmente sus alumnos, podemos decir que su influencia ha sido enorme en la formación del talento narrativo, en el periodismo, el arte y la Filosofía. Su labor como periodista en periódicos y revistas queda como una crónica de la vida vista por el universitario. por si fuera poco, su aportación a la semiótica como una visión de la cultura base del imperio de los signos supone también otra de sus provocaciones que le valieron replicas y que desataron desarrollo de la reflexión sobre los símbolos. La obra de Eco queda como legado fructífero de la rica tradición intelectual italiana que deviene desde Roma, se cultiva en Bolonia, renace en Florencia y se multiplica ahora en la postmodernidad; que pese la vertiginosa diversidad, fragmentación e inmediatez que vivimos, se da cuenta que ha perdido a uno de sus mejores exponentes.

No hay comentarios: