sábado, 13 de febrero de 2016

El Papa Francisco en México

El Papa Francisco vive ahora mismo la experiencia de visitar una de las naciones más vitales, contrastantes y multiculturales del mundo. La segunda por su población nominalmente católica y la mayor de habla hispana. La religiosidad mexicana es singular. El sincretismo está presente en todas partes, especialmente entre la población indígena del Sur y en la enorme masa mestiza que vive en las grandes urbes, que representa la mayoría de la población. La iglesia católica y su jerarquía han sido actores importantes en todas las etapas de nuestra historia: desde la fundamentación en la evangelización de la conquista; la agitación criolla de la independencia con los clérigos a la cabeza; las definiciones liberales que separaron los ámbitos entre la Iglesia y el Estado en la Reforma; pasando por los capítulos complejos de la revolución que llevaron incluso a la llamada guerra Cristera, una suerte de levantamiento basado entre la religión y ese sincretismo tan propio de nuestra tierra. Y que decir de las épocas de la convivencia de los arreglos, entendimientos y pactos con los regímenes de la postrevolución que durante décadas permitieron el reacomodo de las instituciones religiosas en el tejido social luego de las agrias relaciones derivadas del conflicto. Hasta llegar a nuestro tiempo en el que la Nación vive inmersa en un enorme proceso de choque cultural producto de la integración económica con los Estados Unidos, la inserción en la globalización y el impacto de la revolución tecnológica que ha puesto en línea la información y ha abierto canales de intercambio que han fortalecido la irrupción del pensamiento y la acción postmoderna, caracterizada por la fragmentación y la diversidad. En una época en la cual la violencia y la impunidad ha puesto en jaque a las instituciones. Ahora, la pluralidad ha llegado también a la religión ejerciendo enorme presión sobre las estructuras eclesiásticas para satisfacer las necesidades espirituales de una población sujeta a un enorme bombardeo de información, conocimiento y entretenimiento vacío. Francisco sabe muy bien del enorme reto que tiene el catolicismo aquí. Por eso seguramente una de sus prioridades está en el fortalecimiento de la religiosidad con un sentido de mayor compromiso social, una de las características del cambio que impulsa dentro de la iglesia. Esta posición encuentra resistencias internas con las cuales tiene que lidiar. Pero también se convierte en una bandera política que muchos quieren aprovechar para su provecho. Mantener y fortalecer la unidad en la estructura de la iglesia mexicana en torno a su posición de reformador es una cuestión estratégica, más aun si consideramos las dificultades derivadas de secuelas de los escándalos y las evidentes incomodidades de los más conservadores. Finalmente, sembrar un mensaje de esperanza entre los fieles, capaz de generar una vitalidad en el catolicismo practicante es una cuestión también vital en esta visita. Estos propósitos están asechados por el uso mediático y político que se pretenda dar a sus mensajes, porque puede devenir en una polarización. Tanto las autoridades como sus detractores pueden caer en la tentación de pretender usar parte del contenido simbólico y verbal de los actos en donde el Papa se encuentre, para intentar convertirlos en mensajes que avalen la actuación oficial o la agitación social contra las autoridades y las instituciones. Por tanto, habrá que darle la dimensión más prudente a la información que formal e informalmente se difunde. Al fin de cuentas en este México plural, contrastante, global y sincrético no cabe más la visión unitaria de la realidad. Haz clic aquí si quieres Responder, Responder a todos o Reenviar el mensaje 12,68 GB (84%) ocupados de 15 GB

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