sábado, 26 de septiembre de 2015

El Papa reformador avanza

La visita del Papa Francisco a los Estados Unidos es una manifestación de los cambios que en su pontificado está impulsando. Con ese motivo vale la pena recapitular la agenda temática que el mismo ha marcado desde el inicio, y ahora la que plantea en su viaje al país vecino. El mismo se propuso ser visto como un pastor, pero su planteamiento fue reformador. Sus posiciones respecto a las uniones homosexuales, el divorcio, el aborto y otros asuntos han resultado reveladores de su decisión de trabajar para que la iglesia recupere su papel de conformado de las comunidades, dejando otras prioridades. Fue el primer pontífice en hablar en el congreso de los Estados Unidos y allí planteó su postura en contra de la pena de muerte y expuso una posición pidiendo solidaridad con los inmigrantes. Entró a los temas de la agenda política de la campaña presidencial de nuestros vecinos, además en un gesto significativo participó en una ceremonia interreligiosa en Nueva York dejando de manifiesto su apertura al diálogo en la ciudad más significada por la diversidad y tolerancia religiosa. Manifestó la importancia de fortalecer el trabajo de los laicos en las comunidades y llamó a los católicos a reforzar su compromiso con los más débiles socialmente hablando. Por si fuera poco expresamente dispuso que la prioridad es la misericordia, es decir la acción con los demás, y luego la moralización. Planteó una convergencia en la agenda de temas ecológicos con la que expuso el Presidente Obama y agitó a las bases católicas y a la sociedad norteamericana, al grado de que algunos medios preguntaron si realmente el Papa se comportaba como un católico. Si bien el prefiere no ser visto como un político, loc cierto que como jefe de estado ha desplegado una actividad fulgurante al actuar en el proceso de reanudación de relaciones de Cuba con Estados Unidos. No hay que olvidar que el cardenal cubano Jaime Ortega, es una de las personas que más influyen en el, desde las reuniones previas a su ascensión como Papa. Su acción diplomática ha sido intensa y fructífera. Ahora se ha revelado como una actor estratégico en la geopolítica global al actuar en temas de gran trascendencia mundial mediante sus palabras expuestas en Washington, New York y Filadelfia. El énfasis en la acción para mitigar la desigualdad le ha valido la simpatía de los que políticamente se ubican en la izquierda, y la desconfianza de muchos quienes son más conservadores, que incluso le han calificado como el antipapa. El hecho puro y duro que ahora mismo avanza en su lucha interna para nutrir con posiciones de actualidad y profundidad su pontificado y tener la atención del mundo. Y en ese contexto es claro que ha decidido no venir a México. Las razones que sean suponen un distanciamiento, o de las autoridades, o de la iglesia local, o de la forma como se gestionan algunos asuntos por los católicos mexicanos. Seguramente pronto veremos su actuar respecto a nuestro país, y seguramente su posición influirá en la política interna mexicana, como lo está haciendo en la de los Estados Unidos en medio de las campañas de los aspirantes republicanos y demócratas.

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