sábado, 27 de septiembre de 2014

Guadalajara al futuro

Guadalajara, como cualquier otra ciudad, no es solo un conjunto de personas, construcciones e infraestructura. Es un sistema complejo con muchos componentes que en conjunto forman un sistema adaptativo altamente sofisticado. Estudios publicados por el Instituto Santa Fe en Estados Unidos, http://www.santafe.edu/research/cities-scaling-and-sustainability/papers/, muestran como la interacción urbana tiene patrones matemáticos y sociales, que relacionados con la infraestructura se pueden considerar como parte de una definición de la ciudad. En su esencia las ciudades son redes de interacción social. Esta interacción que se da entre personas y grupos se produce por los contactos que cada uno tiene en el ámbito urbano. En el pasado estos contactos se formaban por la acción en que dos o más personas se encontraban para realizar todo tipo de acciones. En nuestro tiempo, estos contactos se multiplican por la vía digital produciendo una enorme capacidad potencial en la cantidad y calidad de los contactos. El número y diversidad de los contactos crece con la población de la ciudad y con ello crecen las oportunidades sociales que se pueden traducir en productividad económica, cultura, innovación tecnológica en la parte positiva y en mas delincuencia como transmisión de enfermedades en la negativa. La vida urbana tiene estos aspectos unidos y los grupos sociales se adaptan rápidamente a ellos. En los últimos años los habitantes de las ciudades han intensificado sus relaciones con otras personas en otras urbes del mundo, produciendo una diversidad global, lo que ha agregado complejidad al sistema adaptativo. Además este proceso de relaciones ha reforzado el uso de nuevos lenguajes para los contactos: el lenguaje informático, el cine, el uso de idiomas casi globales como el inglés y el uso de mecanismos tecnológicos uniformes. Esto ha conducido a un cierto nivel de especialización en la diversidad en algunas ciudades, las empresas, las universidades, la cultura, la productividad y la explotación de recursos son factores que determinan que las ciudades adquieran un perfil propio. Y esto crea oportunidades mediante la división y especialización del conocimiento y su aplicación enfocados a la productividad. Al mismo tiempo esta intensidad provoca un mayor consumo de energía y a un mayor esfuerzo en su uso eficiente. Dicho de otra forma, la presión por el uso de recursos y energía provoca una reacción hacia la productividad y la sustentabilidad construida sobre el conocimiento producido en las grandes ciudades. En el caso de Guadalajara, es claro que la ciudad vive un proceso de transformación que puede ser visto como acelerado o lento según la perspectiva con la que se mire. Desde el juicio del interior de una ciudad cómoda, amable, que prima la calidad de vida vista desde una economía conservadora, el cambio es rápido y puede atentar contra esa calidad de vida y ese concepto económico de generación de riqueza basado en la transformación y la intermediación. Vista desde el avance de la economía global del conocimiento, esa transformación ha sido lenta y ha nos ha dejado en un cierto rezago en la productividad. Guadalajara para ser mucho más productiva necesita generar más contactos entre sus habitantes, entre las personas que habitan aquí y potenciar exponencialmente los contactos con el exterior. El intercambio que producen los contactos virtuales produce valor. La calidad de estos contactos es crucial para la competitividad, necesitamos que más y mejor gente venga aquí, y que su interactuar con personas, empresas e instituciones genere valor. Los motores que generan estas interacciones son las empresas, las universidades, las organizaciones sociales y el gobierno. Por eso la actividad de centros de negocios y exposiciones, centros de cultura y servicios altamente especializados son fundamentales para dotar a la ciudad de imanes de contactos. Si definimos la ciudad a partir de considerarla como una red de interacción, más que un conglomerado, podremos enfocar el esfuerzo a la intensidad de los contactos, más que a la acumulación material. Lo que nos acerca a la economía digital del conocimiento. La construcción de la infraestructura enfocada a respaldar una ciudad de intensos contactos interpersonales resulta esencial. Los proyectos de movilidad como el tren eléctrico facilitan la interacción, como también la mejora de espacios públicos para la convivencia, y por supuesto la infraestructura que facilite la conectividad que lleve el Internet a todos. Guadalajara tiene indudablemente un perfil como urbe, por sus empresas características, como las tequileras, por su perfil cultural y educativo, como por el capital humano que la nutre. Pero es una ciudad que en muchos aspectos tiene una baja intensidad en la interacción y en sus vínculos entre personas con el exterior. Y ahí está una de las mayores oportunidades para el futuro. Volviendo al criterio de considerar esencial el contacto que se propicie en la ciudad, es estratégico propiciar que vengan, no solo de visita, sino a vivir personas y empresas de valor y alcance global. Es conveniente abrir las oportunidades para que miles de nuestros jóvenes salgan al exterior y generen redes de contactos que se traduzcan en oportunidades productivas. Es fundamental elevar el nivel de la gestión pública enfoncandola hacia el fomento de la productividad, dejando de lado criterios proteccionistas y asistencialistas, para traducir las acciones públicas en palancas que potencien el intercambio virtuoso. La nuestra es una ciudad que tiene todo para convertirse en protagonista de la nueva etapa de crecimiento económico que parece iniciar. Abrir fuerte las ventanas y las puertas para tener más y más intensas redes de contactos debe ser una meta estratégica para las próximas décadas. Por ahí llegará viento y luz, y por ahí saldrá el valor de Guadalajara para el mundo.

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