sábado, 8 de febrero de 2014

El informe de Obama

El Estado de la Unión Luis Salomón Los mexicanos vivimos en el círculo de influencia económica, militar y política de los Estados Unidos. Quizá somos la nación más influida por sus decisiones internas. Por eso es estratégico que sigamos de cerca sus pasos para entender y aprovechar las oportunidades que la cercanía nos da. En ese sentido, es importante seguir el discurso de Barack Obama presentado a su Congreso el pasado 29 de enero. Detrás del sentido evocador del motor que significa el sueño de ascenso y progreso que mueve a una sociedad enfocada al mérito personal, están algunas claves que merece la pena resaltar. El espíritu del progreso lo resume el Presidente norteamericano: “Es el espíritu de ciudadanía, de sentido de pertenencia: el reconocimiento de que, mediante el trabajo duro y la responsabilidad personal, podemos perseguir nuestros sueños individuales y, al mismo tiempo, confluir como una gran y única familia norteamericana, que garantice que la siguiente generación también pueda perseguir sus propios sueños”. La visión hegemónica de los estadounidenses tiene una determinación de permanencia respaldada en dos columnas: la economía y la fuerza militar. Habló de economía como principal tema porque sabe que a sus ciudadanos es lo que más les interesa. Inició su discurso recordando que, tras cinco años de recuperación económica, se han creado más de ocho millones de puestos de trabajo en los últimos cuatro años. El crecimiento del último trimestre de 2013, en términos PIB, fue del 4,1% y la tasa de paro ha descendido al 6,7%. Pero ese espíritu de exigencia continua que caracteriza a los norteamericanos hace que los logros parezcan pocos. Al fin de cuentas el objetivo es que todos tengan la oportunidad de trabajar en su propio sueño. Y mientras haya algunos que no tengan un empleo hay un espacio de insatisfacción que el gobierno carga. En la economía la supremacía de su economía es indiscutible, y marca el derrotero del crecimiento de una transformación estructural que está en marcha con un énfasis en la producción –especialmente en el sector tecnológico-, ayuda a las pymes, impulso a las exportaciones, utilización intensiva de las tecnologías de la información, apuesta por la energía y aplicación de la reforma migratoria. Cada uno de estos temas afectan a México. Aunque no fue mencionado por su nombre en el discurso, es claro que el aumento en la producción industrial allá beneficia nuestras exportaciones, que el crecimiento de pequeños negocios también beneficia a millones de México-americanos que influyen aquí. La apuesta tecnológica impulsa a la empresas que están asentadas aquí, y el enfoque a la energía es quizá el punto que será más sensible en los próximos años. Y que decir de la reforma migratoria, cuando el 78% de los hispanos-latinos (son ya el 13% del electorado, un punto por encima de los afro americanos) votó por Obama en 2008 y en 2012. Cincuenta millones de hispanos que viven legalmente exigen la reforma al igual que más de once millones más que no cuentan papeles que la desean como parte fundamental de su propio sueño. Obama habla de los beneficios que traería el conceder un estatus legal a los 11 millones de ilegales valuando su aportación en “un trillón de dólares a lo largo de dos décadas en reducción del déficit público”. La recaudación aumentaría mediante la actividad económica, y sin aumentar los impuestos. Lo que resulta políticamente muy atractivo para reducir el déficit de manera equilibrada. Su discurso abarcó también la política social que se basa en las oportunidades de ascenso social y apuesta a la educación como instrumento para alcanzarlo. Plantea que los trabajadores puedan ahorrar para la jubilación. Propone una renovación del seguro de desempleo, para que no desincentive la búsqueda de trabajo y lo más importante, puesto que podemos y debemos seguir el mismo camino, otorga una enorme importancia a la formación para la fuerza de trabajo, haciéndola más productiva y competitiva, así como la educación para los jóvenes, como preparación esencial para el futuro: formación y educación no son en Estados Unidos peones de ajedrez de la política con minúsculas, sino los alfiles y torres de la competitividad de la economía del conocimiento. Al afirmar que un empleo de manufactura en tecnologías de la información genera otros 16 de apoyo, reitera su intención de que su País siga siendo la primera potencia investigadora y que se siga desarrollando tecnologías de la información como un eje de su hegemonía. El discurso que también incluyó aspectos geopolíticos fue un verdadero informe del estado de la Unión que para México es indicativo que las oportunidades que se abren cada día en nuetra relación binacional más importante.

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