sábado, 2 de abril de 2011

Crisis de México

La crisis de México
La situación de México es vista con una doble perspectiva: por una parte un país con enorme futuro y por la otra inmerso en una crisis.
Esta crisis es vista exclusivamente como un asunto de seguridad interna, o un asunto de coyuntura económica. Pero la crisis mexicana es un problema estructura de imperio de la ley, insuficiencia económica y desigualdad social. Estos asuntos tienen enormes consecuencias económicas, políticas y sociales.
En primer lugar hay que decir que mientras la prioridad de nuestros esfuerzos no se encaminen hacia la construcción un estado de derecho, la impunidad producirá corrupción y esta inseguridad que lleva a la violencia. Para resolver el asunto no basta la intención de usar la fuerza, por que está no es suficiente para restaurar la confianza en la ley. Es necesario replantear el modelo de crecimiento económico para acelerar la producción de riqueza en beneficio de los menos favorecidos. México será fuerte en la medida que más personas salgan de la pobreza mediante la obtención de un empleo digno. Por eso el enfoque de los subsidios es una medida necesariamente temporal. La desigualdad social es el verdadero motor de la impunidad, la corrupción y la inseguridad. Así como con corrupción no hay seguridad, con desigualdad no hay crecimiento económico sostenido. Nuestra crisis es estructural, tenemos un problema en el modelo por el cual queremos crecer. Es necesario introducir mecanismos de redistribución de las oportunidades para las personas jóvenes. La construcción de clases emergentes, usuarias del crédito para elevar su calidad de vida pasa por empleos dignos y gobiernos respetables que impongan la equidad como norma.
Las consecuencias políticas de esta crisis son enormes: los partidos políticos desacreditados pierden la ocasión de proponer cambios de fondo, por lo que se abre el camino para que el cambio venga de las organizaciones sociales. Ellas tendrán el papel preponderante si la clase política no reacciona dejando de lado sus miopes intereses electorales.
El tiempo para resolver el desafío es corto. Las expectativas de los mas pobres de México siguen creciendo y los mecanismos compensatorios muestran su ineficacia. Las disputas electorales en puerta acelerarán la inconformidad, los abusos en la manipulación quedarán en evidencia y los mecanismos de desahogo social deben expresarse.
La gran pregunta ante esta crisis es: ¿las autoridades y los agentes de decisión en México están asumiendo su responsabilidad? O será que cada uno está jugando a dar palos de ciego.

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