domingo, 21 de mayo de 2017

Trump bajo presión

A solo unos meses de tomar posesión el gobierno del Presidente está enfrentando una enorme presión política. Incluso muchos cuestionan que sea sostenible en el mediano plazo. Desde el 9 de febrero cuando el WP hizo publico que el general Michael Flynn había hablado con los rusos sobre las sanciones a aquella nación antes de la toma de posesión de Trump, lo que provocó su salida del gobierno; hasta la publicación de que hay una persona sospechosa en las investigaciones situada en el primer círculo del Presidente, los acontecimientos internos se han sucedido aceleradamente. El 1 de marzo el mismo diario publicó que Jeff Sessions, fiscal general, también habló con el embajador ruso, cosa que omitió decir al Senado, lo que le llevó a autoinhibirse de las investigaciones sobre Rusia. Luego el 28 de marzo se hizo publico que la Casa Blanca trató de bloquear el testimonio de Sally Yates la ex fiscal general, para evitar que se hablara de los vínculos con Rusia en la campaña de Trump. El 8 de mayo, la misma Yates se presentó ante el Congreso, ofreciendo testimonio bajo juramento que contradijo las declaraciones de la Casa Blanca sobre el despido de Michael Flynn como asesor de seguridad nacional, y que indica Trump había esperado 18 días después de saber que Flynn había mentido al vicepresidente y podría ser objeto de chantaje ruso. El 9 de mayo, Trump abruptamente despidió el director del FBI James Comey , quien supervisaba una investigación sobre la interferencia rusa en la campaña electoral de Trump. El Presidente citó una recomendación del Fiscal General Adjunto Rod Rosenstein, como prtexto para el cese. Al día siguiente la Casa Blanca cambió su versión. Mientras tanto, una avalancha de informes de prensa indicaron que Trump en realidad había cesado a Comey porque estaba molesto por la investigación sobre la interferencia de Rusia, y porque Comey había dicho al Congreso que la acusación de “escuchas telefónicas” en contra de Barack Obama de Trump era falsa. El 11 de mayo el presidente en NBC contradice al vicepresidente y su portavoz admitiendo que la causa de la destitución fue la investigación sobre Rusia. Ese mismo día se filtró la versión de Comey sobre las conversaciones en las que el presidente le exigía lealtad y dejar de lado la investigación de Flynn. El 12 de mayo Trump parece amenazar a Comey al decir que “tenía la mejor esperanza de que no hubiera grabaciones de sus conversaciones. La administración se negó a confirmar o negar la existencia de las grabaciones. Más tarde ese día, Trump filtró una carta de sus abogados para intentar demostrar que no tenía tratos comerciales en Rusia. Sin embargo, la carta fue ampliamente desmentida por versiones que hicieron declarar a los expertos fiscales que la carta había fallado. Aunque el fin de semana pasado todo parecía en paz, el lunes 15 la página electrónica Político, publicó que los colaboradores del presidente lo alimentan de noticias falsas y muestró una portada apócrifa de la revista Times. Y ese mismo día el WP informó que que durante una reunión con el canciller ruso y el embajador, Trump había compartido información clasificada altamente sensible obtenida de un aliado que no había autorizado su uso compartido. El 16 de mayo el NYT informó que Comey había escrito una nota después de reunirse con Trump, en la que describe las presiones recibidas para dejar las investigaciones. Esta misma semana el propio presidente afirmó que no hay colusión con Rusia, pero que hablaba solo por él mismo. Ahora sabemos que Comey testificará en público en el Senado estadounidense en los próximos días y que las investigaciones ahora a cargo del fiscal especial Robert Muller han llegado a señalar a un sospechoso en el círculo cercano al presidente. En ese ambiente de presión el Presidente ha emprendido su primer viaje internacional que le brinda un respiro en la agenda interna. Pero el daño está hecho, la sombra de la sospecha persigue al equipo cercano y la investigación está en curso. Para muchos representantes y senadores republicanos la situación es critica porque tendrán elecciones cerradas en 2018 por lo que necesitan tomar distancia del Presidente en temas específicos. Al mismo tiempo, en estos meses se han intensificado las relaciones con México con énfasis en seguridad y renegociación del Tratado de Libre Comercio. Aunque parece un contrasentido, nunca como ahora hemos tenido una relación tan estrecha. El anuncio formal del proceso de negociación comercial y la declaración del Secretario de Estado afirmando que el tema del narcotráfico es "nuestro problema" tienen muchos significados, que anuncian una mayor intensidad en la colaboración binacional. La revisión completa de la relación implica que están sobre la mesa todos los temas y que los acuerdos serán mucho más profundos de lo que hemos visto hasta ahora. Aunque la trama interna mantenga a Trump bajo presión, la relación con México es ya un tema de las agendas de seguridad interna, economía y política fiscal de los Estados Unidos. Esa nueva realidad nos acerca más y exige una actuación más audaz. La presión a Trump tiende a acelerar los procesos que den resultados capitalizables políticamente allá y aquí.

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