domingo, 25 de septiembre de 2016

El debate Clinton-Trump

El primer debate entre los aspirantes a la Casa Blanca marcará el inicio de la recta final de la campaña electoral. En el foro seguramente veremos un espectáculo entre un actor y una mujer dedicada a la política profesional. Será una representación en la que seguramente los protagonistas tratarán de sorprenderse mutuamente para acentuar las debilidades de sus contrincantes. Del lado de Trump el menú seguramente incluirá las referencias a la forma como Hillary trató el uso de correos electrónicos personales durante sus gestión como Secretaria de Estado, que la colocó en el límite de lo correcto. Como también podrá aludir a los quebrantos de su estado físico, como a la política de salud promovida por ella desde la campaña anterior. Seguramente buscara irritarla mediante argucias insultantes para sacarla de sus casillas. Por el lado de Clinton es probable que se cargue sobre la actuación de Trump como empresario, acentuado las supuestas malas prácticas; como también podría recurrirse a mostrar sus inconsistencias en temas económicos, de política internacional, la respuesta al terrorismo, pero sobre todo buscaría poner en evidencia una mentira por parte de él. Veremos la mujer disciplinada, preparada para el debate, frente a quien cree en su instinto y la improvisación. Pero lo realmente importante está en saber si el clima de polarización seguirá en aumento con argumentos serios o si la campaña se referirá cada vez más a trivialidades escenográficas. No es una cuestión solo de corrección política, sino que precisamente los votos se pueden agrupar entre quienes con poca educación se sienten abandonados por la clase política, cuya mayoría ahora apoya al republicano, y las personas más educadas y liberales que respaldan a la demócrata. En medio están las minorías afroamericana e hispana que parecen hasta ahora decantase en su mayoría por la candidata; y aunque parezca poco convencional está el voto de los norteamericanos en el exterior que suman potencialmente más de diez millones, de los cuales por cierto más de un millón están en México; pero tradicionalmente un porcentaje muy pequeño de ellos realmente ha votado, y los demócratas están haciendo un esfuerzo por atraerlos ya que en su mayoría los emigrantes son personas educadas y liberales. El tema México puede manifestarse en el debate si la referencia al muro propuesto por Trump aparece, o se surgen las referencias al NAFTA o a la última visita del candidato republicano a la Ciudad de México. Seguramente alguna referencia habrá y lo que se exprese estará dirigido a las audiencias de cada candidato, por lo que es de esperar que el tono sea contundente. Nunca antes como ahora la opinión pública mexicana ha tenido tal expectativa por una campaña presidencial de nuestros vecinos; nunca como ahora nuestro país y los mexicanos habíamos sido tema en la narrativa de campaña, nunca había sido tan importante el voto de origen mexicano que puede llegar potencialmente a más de seis millones; y nunca antes el millón de residentes norteamericanos en México había tenido tal interés e importancia estratégica. Mucha de la especulación financiera de estos días tiene que ver con el alimento del miedo a un triunfo republicano, y en este sentido el debate del próximo lunes alimentará la hoguera para bien o para mal. La agenda política, la de los medios de comunicación y la de las redes sociales serán fuertemente incluidas por lo que suceda en el debate más esperado de las últimas décadas en Estados Unidos. La expectativa es ver si la tendencia de respaldo a Hillary se mantiene o se rompe. Hasta ahora los números publicados dan a la demócrata 200 votos electorales por 164 del republicano, es decir una ventaja de 36 votos en los ya decididos; mientras que en los aun no comprometidos están en juego 174, cuando se requieren 270 para ganar la elección. En el voto popular la ventaja en promedio es de más de 5% para Hillary. Estos números son los que habrá que revisar en el transcurso de la semana próxima para realmente saber si la la competencia se cierra o la tendencia se consolida.

lunes, 12 de septiembre de 2016

11 de septiembre, los juicios poco conocidos

Los ataques terroristas del 11 de septiembre produjeron miles de víctimas. Muchos de los familiares de quienes murieron y algunos que resultaron heridos iniciaron procedimientos judiciales para demandar por mas prácticas. Las demandas, por la naturaleza de los hechos, fueron tratadas bajo criterios de estricta confidencialidad. Muchos de ellos reclamaron compensaciones económicas por parte de las compañías de aviación, así como de las autoridades que establecieron las políticas de seguridad que fueron insuficientes para garantizar la vida y la seguridad de los pasajeros. Pero junto a eso también demandaron el acceso a la información y la rendición de cuentas por parte de los demandados. Los hechos eran claros: 19 personas habían burlado todos los controles de seguridad, tanto de las autoridades como de las aerolíneas y por ello podría acreditarse una negligencia criminal suficiente para generar una condena a pagar una compensación económica y conocer realmente lo que sucedió. Al fin de cuentas se creó un fondo especial para el pago de indemnizaciones y los juicios nunca se desarrollaron en plenitud porque se resolvieron mediante acuerdos con la justicia. El juez encargado del caso, en el juzgado de Distrito de Manhattan Alvin K. Hellerstein, declaró recientemente que los demandantes decidieron tomar el dinero en lugar de obtener información. El fondo pagó más de siete mil millones de dólares en indemnizaciones a las víctimas mediante acuerdos supervisados por el juez, que al final de cuentas terminaron con la posibilidad de que siguieran adelante los juicios y que por esa vía se obtuviera información más profunda sobre lo sucedido. El caso es muy singular porque puso de manifiesto que la obtención de información delicada para la seguridad nacional, por medios judiciales ha sido ineficaz en este, como en muchos otros casos, pero al mismo tiempo la solución económica reconoce la injusticia de las muertes y lesiones producida de una forma u otra por una falla en los sistemas de seguridad de las autoridades y las compañías aéreas. A quince años de los hechos se especula sobre la posibilidad de llevar a juicio a otros que pudieran resultar con responsabilidad más allá de las autoridades y compañías privadas. Se trata, potencialmente, de abrir procedimientos contra Arabia Saudita por su posible vinculación en los hechos del 11 de septiembre, argumentando que podrían haber personas de aquella nación que respaldaron a los terroristas. Por eso es relevante la desclasifiación reciente de documentos que revelan que en las investigaciones se consideró la participación de familias y representantes de Arabia Saudita en los ataques. Si se logra autorizar que se involucre a la nación árabe, como lo plantean algunas autoridades en Estados Unidos; entonces seguramente habría muchos juicios reclamando por indemnizaciones e información al Reino Saudí. El ataque más violento contra los Estados Unidos aun da mucho de que hablar en él ámbito judicial. Pero la gran cuestión es que al fin de cuentas todos los esfuerzos judiciales se resolvieron por vías que evitaron que se ventilara públicamente la información respecto a lo sucedido, y cabe entonces plantearse si soluciones así son correctas desde el punto de vista del derecho de las víctimas, no solo a ser compensados, sino a conocer la verdad. La justicia compensatoria no puede limitarse a dinero sino que implica el derecho a saber. Seguramente habrá más acciones legales en el futuro que desvelarán los secretos de los hechos que hace quince años cambiaron al mundo. Es interesante el planteamiento porque aquí en México también se han iniciado procedimientos en otro tipo de hechos que persiguen compensación e información a víctimas de ataques violentos de grupos armados y aunque los sistemas jurídicos son distintos los planteamientos en el fondo resultan similares.

sábado, 3 de septiembre de 2016

@DilesQueVoten

La visita de Trump a México produjo resultados negativos para la imagen de México, la aceptación del trabajo del Presidente Peña, para el propio candidato que se vio obligado a endurecer su posición y alejarse aun más del voto latino, para la campaña de Hilary Clinton orillada también a pronunciarse en uno de sus temas con más fortaleza, en respuesta a la agenda del republicano. Resulta difícil de concebir un paso diplomático del tamaño del que se dio sin tener en cuenta a todos los actores involucrados y los escenarios posibles. Aquí era evidente que se daba el paso de entrar de lleno en la agenda de la elección de Presidente de Estados Unidos, lo que significa que las autoridades políticas de aquella nación debían estar enteradas. Luego, el paso de invitar a ambos candidatos y aceptar la llegada de uno implica tener la confirmación de ambos, para evitar el costo de aparecer con una imagen parcial. Pero además, en política interna, la opinión pública nacional, altamente sensible luego de que Trump declaró que México era un enemigo, que los mexicanos éramos violadores y criminales, esperaba una respuesta contundente en la posición política frente a un agresor. Lo que sabemos ahora es: ya estamos dentro del proceso electoral de los vecinos; la imagen de México se deterioró; el presidente se desgastó, y las autoridades y la candidata demócrata han mostrado un cierto desconcierto. Ante estos hechos, lo que suceda en las próximas semanas y meses será determinante en la relación bilateral, tanto en el campo oficial y diplomático, como en el activismo de los mexicanos que repentinamente nos colocamos dentro de un juego que no es nuestro, pero que nos afecta profundamente. La relación bilateral más importante para México requiere ahora más atención para hacerla más profunda y con una visión de largo alcance en todos los ámbitos. Quizá el más importante de todos es la realidad social de la migración: más de 24 millones de mexicanos allá y más de un millón de estadounidenses aquí. Millones de familias tienen miembros de primer o segundo grado en ambos lados de la frontera y el intercambio entre ellos crece todo el tiempo. Las agresiones de Trump han movilizado a las comunidades mexicoamericanas también en ambos lados de la frontera. Porque tenemos hoy una realidad social binacional que no podemos perder de vista, con iniciativas innovadoras como la plataforma digital @DilesQueVoten, que busca hacer conciencia para que los mas de 25 millones de latinos que son elegibles para votar, realmente lo hagan. La historia muestra que solo lo han hecho cinco millones en la elección presidencial pasada. Pero ahora hay un incentivo adicional sin precedente: el odio, las amenazas de deportación, la ignominia propagandística de un muro, el tratar a México como enemigo y un racismo que seguramente estimulará la participación de la fuerza latina en la política. Esta iniciativa es un símbolo inequívoco de la potencialidad de la comunicación al interior de esta sociedad binacional. Es muy significativo también el valor cívico de la propuesta encaminada a que las familias de aquí animen a sus familiares de allá a votar. La interdependencia cada vez mayor que tenemos con nuestros vecinos pasa por esta realidad silenciosa: una comunidad cada vez más fuerte, informada e influyente allá; que seguramente también aquí hará sentir su voz. Esa comunidad es el protagonista que no fue tomado en cuenta en la visita del candidato republicano a México, y que ahora una manifestación valiosa de la sociedad civil la pone de manifiesto. Desde las redes sociales @DilesQueVoten actúa en uno de los ámbitos más interesante de la política mexicana: la comunicación con el México binacional que adquiere cada vez más fuerza. El propósito de estimular a los latinos para que voten en noviembre, es tan significativo ahora, como en el 2018 lo será el voto de esas comunidades en nuestras elecciones presidenciales, y sobre todo el peso de su opinión y la forma como la comunicación política binacional va a crecer. Es digna de encomio @DilesQueVoten.